Sonia Fornieles Directora de mujer.es
OPINIÓN

La taxista 'luminosa'

Nunca sabes la aventura que te espera al abrir una de estas puertas.
Nunca sabes la aventura que te espera al abrir una de estas puertas.
Julieanne Birch
Nunca sabes la aventura que te espera al abrir una de estas puertas.

Uno de los taxis que cogí ayer lo conducía una mujer. Según me subí me saludó con mucha alegría, le pasé la dirección y me dijo ¿le molesta que lleve el GPS con el volumen alto? Le contesté que no me importaba y entonces me explicó que era su segundo día en ese trabajo y que no se sentía segura aún y por eso prefería escuchar las indicaciones en lugar de solo verlas como la mayoría de sus compañeros. Le calculé treinta y pocos años, me había dicho que era madrileña. Estaba realmente contenta.

Yo, que pierdo muchas oportunidades de callarme, sentí curiosidad por saber cómo había llegado allí y le pregunté que a qué se dedicaba antes.

-Soy ingeniera informática.

-Anda, es una profesión con muchísimo movimiento y mucha oferta de empleo. ¿Qué pasó?

Soy consciente de que me arriesgo a que me digan algo tipo: “de las tres cosas que no te importan en esta vida, esa es una de ellas”. Pero no fue así. Y comenzó su relato.

Trabajaba en una empresa como programadora, delante del ordenador todo el día. Mucho trabajo, poco miedo al desempleo. Antes de 2020 hablaba con compañeros en la oficina, pero tampoco mucho. Después, con el teletrabajo perdió el contacto con todos, salvo alguna reunión por teams o zoom. Había días en los que saludaba a su pareja por las mañanas, y no volvía a hablar hasta que se veían por la tarde/noche. “Me fui oscureciendo”, me dijo.

Nunca había hecho otra cosa, “no sabía cómo recuperar la luz”. Se sacó la carrera del tirón y le gustaba su trabajo pero bfff, “¡qué soledad!”.

El padre de su pareja es taxista y le costaba encontrar conductores. Él siempre se lo comentaba, pero nunca retenía esa información, no iba con ella. Hasta que un día, justo antes de que le asignaran un nuevo proyecto, reparó en esa información que su novio le daba de vez en cuando sin otra intención que la de charlar. “¿Y si me hago taxista?”. Concentra dos de las cosas que mes le gustan: Madrid y conocer gente.

Lo comentó con su pareja, tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, lo hizo bien. De la mano fueron a ver al señor taxista y le expusieron el panorama

- “Ya no hace falta un carné especial, tendrás que hacer un examen, te digo dónde informarte de todo”.

… Y hasta hoy.

Hacía mucho que no escuchábamos, ninguna de las dos, las indicaciones del GPS, ella hablaba mirando al frente y a mí me faltaba tomar notas.

Nos pasamos una calle por la que teníamos que girar y tardé más de lo previsto en llegar a destino. El resto de mi día, fue, sin rodeos, ‘de mierda’, pero yo ya estaba imbuida del espíritu de la taxista feliz y ‘luminosa’.

Ojalá tener algo tan claro como lo tuvo ella ese día, justo antes de empezar un nuevo proyecto en soledad, justo antes de seguir perdiendo luz. Ojalá conduzca mucho y muy bien, ojalá le baje pronto el volumen al GPS para que todos los pasajeros puedan disfrutar sin interrupciones de las fantásticas historias que seguro tiene que contar. ¡Suerte!

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