
"Después de vivir una experiencia tan terrible, prefiero no pensar en el futuro, ya no planeo nada, intento vivir el aquí y el ahora. Cuando pasas por algo así te das cuenta de que debes apreciar y disfrutar cada minuto que compartes con los tuyos porque no sabes qué ocurrirá después". Esta es la reflexión final que nos deja Aleksandra, una mujer ucraniana que tuvo que huir de su país, con tres hijas, en el mes de marzo. Pero empecemos por el principio.
Aleksandra Brui es de Chernihiv, una ciudad turística de 300.000 habitantes al norte de Ucrania. Como ella misma declara: "bonita y donde era hermoso vivir". Allí residía con sus tres hijas, Natasha, de 15 años, Marina, de 13 años, y Masah, de 4 años. Trabajaba en un jardín de infancia, pasaba los fines de semana en familia, con amigos, iban frecuentemente de pícnic. "Nos encanta comer al aire libre rodeados de árboles, de vegetación". El pasado 18 de marzo tuvo que dejar la ciudad entre bombardeos. El 27 de marzo llegó con sus hijas a Madrid.
¿Qué pensaste cuando se empezó a hablar de una posible invasión? Como tantos otros, que era imposible. No me lo tomé en serio. No podía suceder algo así en pleno siglo XXI. Esa fue mi reacción inicial. Luego, al ver cómo se estaban desarrollando los acontecimientos, quise seguir pensando así, me aferraba a esa idea, pero ya no lo tenía tan claro.
No me lo tomé en serio. No podía suceder algo así en pleno siglo XXI
Y entonces la guerra se convirtió en una realidad… ¿Cómo reaccionaste en ese momento? En la mañana del 24 de febrero me despertó el sonido de una sirena. Salí al balcón a ver qué sucedía y oí las explosiones. Entonces me di cuenta de que la guerra había comenzado. Fue aterrador para mí, para las niñas, para todo el mundo. Tuve un ataque de pánico, no sabía qué hacer, estaba en shock… pero conseguí controlarme, despejar la mente y serenarme. Decidí que no nos moveríamos de casa, era el lugar más seguro.

¿Qué ocurrió durante las siguientes semanas? Mientras la guerra continuó fuera de la ciudad, permanecimos en casa, pero, en el momento en que las bombas empezaron a caer a escasa distancia de nuestro edificio, ya en Chernihiv, tomé la decisión de trasladarnos al sótano con otras familias. Allí permanecimos tres semanas escondidos. Cuando los bombardeos cesaban, subía corriendo al apartamento a cocinar para bajar algo caliente que comer. Lo hacía a toda velocidad y regresaba de nuevo al sótano donde esperaba hasta la siguiente tregua.
¿Cómo lo vivieron las niñas? Los niños son niños y no entendían la gravedad del asunto por lo que no querían estar en el sótano e insistían en volver a casa. Pero no podía ser.
Los niños son niños y no entendían la gravedad del asunto
¿Cómo reaccionó la gente de tu entorno? Muchos huyeron. Primero a otras ciudades del país, hacia el oeste, luego al extranjero. Según las autoridades locales, quedan 150.000 personas, la mitad de la población.
¿Cuándo decidiste marcharte? Primero bombardearon la central eléctrica, y la ciudad se quedó sin calefacción y sufría constantes cortes de luz; luego bombardearon el canal de agua y nos quedamos casi sin suministro. En ese momento decidí que debíamos marcharnos. Dejamos nuestra ciudad natal el 18 de marzo
¿Tenías claro a dónde ibas? Inicialmente no. En primer lugar, fuimos a casa de unos familiares en otra ciudad del país. Allí permanecimos varios días. Pero nos dimos cuenta de que la situación acabaría siendo similar a la ya vivida en Chernihiv. Entonces hablé con las niñas y decidimos que debíamos abandonar el país. Su abuela paterna vive en España, así que Madrid se convirtió en nuestro objetivo.
¿Qué recorrido hicisteis hasta llegar a Madrid? Fue un viaje muy muy largo. Primero nos desplazamos hasta Kiev. Allí cogimos un tren de evacuación donde estuvimos en un compartimento 5 adultos y 6 niños hasta Lviv. Una vez en Lviv un grupo de voluntarios nos llevó a un refugio. Nos dieron algo de comer y una habitación. Dormimos allí y al día siguiente, por la tarde, subimos a un autobús que nos llevó a la frontera con Polonia. El autobús estaba tan repleto que incluso hubo gente que se desmayó. Cuando finalmente cruzamos la frontera, otros voluntarios nos llevaron a un campamento de refugiados en Polonia. Desde aquel campamento salieron autobuses con diferentes destinos. El nuestro nos trajo directamente a Madrid. Esta parte del viaje fue fantástica, cómoda, nos dieron comida, estuvieron pendientes de nosotros y apoyándonos en todo momento… Y el día 27 de marzo llegamos a nuestro destino.
El autobús que nos llevó a la frontera de Polonia estaba tan repleto que incluso hubo gente que se desmayó.
Y una vez en Madrid… Nos llevaron a una residencia temporal para ucranianos, pero mi suegra vino a recogernos y nos marchamos con ella. Sin embargo, puesto que vive en una habitación alquilada en un piso compartido, era una solución a corto plazo.
¿Y cómo localizasteis a vuestra familia de acogida? Mi suegra les pidió a los dueños de la casa en la que trabaja que la ayudaran a encontrar un lugar para nosotras. Ellos preguntaron a sus conocidos y a través del boca a boca apareció nuestra familia de acogida.
¿Cómo resumirías estos seis meses en Madrid y la convivencia con tu familia? Ha sido todo muy fácil. La familia se ha volcado y nos ha ayudado en cada paso: ha conseguido colegio para las niñas, extraescolares, nos ha cedido un apartamento completo en su casa…
¿Cómo te sientes? Es difícil estar solo con tres niños en un país extranjero, sin conocimientos del idioma, sin trabajo… pero me siento afortunada por el apoyo recibido.
Imagino que estás en contacto permanente con la familia y los amigos que dejaste en Ucrania... Por supuesto. Y estoy tan preocupada por ellos… pero intentamos no desesperar y confiamos en que pronto volveremos a estar juntos de nuevo.

¿Se han adaptado bien tus hijas a vivir en España? Aunque van al colegio, a actividades, no acaban de acostumbrarse al cambio. Están deseando volver a casa. Nuestro piso, por suerte, no ha sufrido daños, está intacto y sueñan con estar allí de nuevo, entre sus cosas, con sus amigos... Todas soñamos con el regreso.
¿Qué será lo primero que hagas cuando vuelvas a Chernihiv? Visitar a mis seres queridos, sin duda. Aunque, después de vivir una experiencia tan terrible, prefiero no pensar en el futuro, ya no planeo nada, intento vivir el aquí y el ahora. Cuando pasas por algo así te das cuenta de que debes apreciar y disfrutar cada minuto que compartes con los tuyos porque no sabes qué ocurrirá después.
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