
Almudena Cid contó, en el evento Mujeres que celebramos la pasada primavera, una historia gráfica, corta y clarísima sobre el sacrificio y el esfuerzo:
Una gallina y un cerdo, muy amigos, deciden emprender un negocio:
- Gallina: ¿Cerdo quieres abrir un bar conmigo?
- Cerdo: Síííííííííííííí. ¡Viva viva! ¿Y qué vamos a servir?
- Gallina: Desayunos
- Cerdo: ¡Bien! ¡Me encanta desayunar! Pero ¿qué vamos a servir?
- Gallina: Huevos con beicón.
En esta historia la gallina se esfuerza y el cerdo se sacrifica. Esta pequeña fábula la contaba la ex gimnasta a propósito del cuidado que hay que tener con esas frases motivadoras de: "con esfuerzo y sacrificio lo podrás conseguir". Ojo, que igual el sacrificio te cuesta la vida, como al cerdo.
Esforzarse por lograr lo que uno quiere es una idea que bien transmitida es positiva y pone en valor aquello que se consigue. Pero si ese esfuerzo pasa por un sacrificio o le echa demasiado peso a la balanza en el platillo del malestar (frente al del bienestar) no debería compensar y no deberíamos decirles a quienes nos rodean (hijos, alumnos, amigos…) que conseguir algo debe pasar por eso. Ha de ser una elección personal, y la mía es que no todo vale. Pero solo es la mía.
Cuando Almudena fue consciente de la diferencia entre sacrificio y esfuerzo vio lo mucho que ella se había sacrificado y ahora les cuenta, a través de su libro 'Caminar sin punteras', con charlas en colegios y siempre que concede entrevistas, a las niñas y niños y al público en general que el sacrificio no siempre es el camino.
Solo cada uno de nosotros sabe si la recompensa merecerá la pena, y a veces ni eso tenemos claro. Esfuércense, pero tampoco demasiado.
¿Quieres recibir gratis todos los jueves en tu correo está opinión en primicia? Apúntate a nuestra Newsletter.
Comentarios