
"Hace unos años me encontraba mal, me hice una analítica y estaba todo fatal, era un caos, y además tenía que perder 22 kilos. Todo el mundo me hablaba de dietas milagro, de tratamientos mágicos... pero yo me dije: yo tengo que hacer lo que tengo que hacer: cuidarme. Las dietas milagro no son buenas."
Así nos cuenta Vicky Martín Berrocal cómo le cambio el chip hace dos años y empezó una nueva vida para sentirse mejor
"Yo pesaba 94 kilos y pensar en ponerme como objetivo dejar 22 kilos me agobiaba, así que me fui poniendo objetivos asequibles, pequeños y sin una fecha. Empecé diciéndome: tengo que bajar del 9. Así que me puse a hacer deporte y a comer sano pero sin renuncias".
Con cabeza y sin obsesionarse
A ella no le van las dietas restrictivas, "si hay que beber vino, se bebe, si hay que comerse un plato de pasta, se hace, pero yo se que al día siguiente vuelvo a mi deporte y a mi normalidad. No quiero renunciar a nada".
¿Cual ha sido el secreto del éxito? (porque damos fe de que ha perdido los 22 kilos) ella misma lo cuenta con total sinceridad: "A mí me gusta comer, me gusta vivir. Pero yo no tengo término medio, de verdad. Yo en aquella época, noviembre de 2020, segun mi índice de masa corporal, estaba rozando la obesidad, pero es que yo me lo comía todo. Es que si decidía tomarme un helado me tomaba ocho, no uno. Lo que me gusta me gusta a morir y lo que no me gusta, lo odio". Como ella misma reconoce "con ese ritmo de alimentación con poquito que me quitara... adelgazaba".
"Yo defiendo cualquier talla, me he sentido igual de guapa con una 46 que con una 40"
"A eso le sumaba que hacia bicicleta estática en casa y un día a la semana entrenamiento personal con Cris Díaz. Fui muy constante y eso me ayudó muchísimo".
Ha hecho hincapié en que ella defiende cualquier talla, y ella se vestía igual y se sentía igual de bien con una talla 40 y con una 46. "Cuando una mujer entra en mi tienda se siente arropada pese lo que pese, yo defiendo a la mujer, no importa la talla".

Vicky presentaba hoy en Madrid una firma de nutricosmética de la que es embajadora, Incara. Se trata de soluciones nutraceúticas líquidas más concentradas y cuatro veces más biodisponibles que un complemento alimenticio sólido. Incara combina diseño y funcionalidad y puede estar a la vista porque es un bonito objeto de decoración.
Sus fórmulas son naturales, sostenibles, veganas, sin ingredientes de origen animal, sin gluten, sin lactosa, sin edulcorantes y sin colorantes artificiales.
Dispone de eco-recargas y, además, la base de madera del dispensador procede de bosques sostenibles y el envase de plástico es 100% reciclado y reciclable.

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