Sufrir un pinchazo es una experiencia desagradable a la que casi todos los conductores se enfrentan una vez en la vida. Los neumáticos, al estar siempre en contacto con el asfalto, son susceptibles de sufrir daños al circular por ciertas zonas más deterioradas, pasar sobre elementos agresivos como clavos o, simplemente, por el uso y el mal mantenimiento preventivo.
¿Cómo podemos darnos cuenta de que hemos pinchado una rueda cuando estamos en marcha? Hay dos señales que son clave para deducir que hemos sufrido un pinchazo, aunque sea ligero. La primera es que, tras el cambio de presión que empezará a sufrir la rueda pinchada, la dirección del vehículo se endurecerá y el vehículo se desviará hacia un lado.
La segunda señal es el ruido. Cuando el neumático pierda aire y la presión baje en exceso, la banda de rodadura empezará a emitir un sonido muy discordante con los ruidos que se suelen escuchar durante la conducción. En algunos casos, este ruido puede alcanzar una fuerza que nos permitirá distinguir en qué lado se localiza el neumático estropeado.
Además, en el caso de los coches más modernos, el sistema de detección de presión de los neumáticos alertará al conductor de que algo no va bien con una de las ruedas, avisando antes de que la pérdida de presión vaya a más para poder reaccionar de manera anticipada.
También es posible detectar que una de las gomas está deteriorada o pinchada de manera leve si notamos que el neumático pierde aire constantemente. Si al ir a coger el coche encontramos la rueda más baja o si cada vez que comprobamos la presión esta no se encuentra en la medida adecuada (habrá que cotejar la cifra con las indicadas por el fabricante), esto significará que el neumático pierde por alguna pequeña fuga o fisura.
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