Una de las ventajas de los coches eléctricos frente a los de combustible fósil es la capacidad de ahorro que generan al evitar el repostaje de carburantes, sustituyéndolos por la corriente eléctrica. A este beneficio económico también se suma la necesidad de un menor mantenimiento, lo que también abarata los costes.
Esta ventaja, que el año pasado era bastante importante, este año parece que ya no lo es tanto debido a la continua subida del precio de la luz y a los desorbitados picos de coste que la energía eléctrica ha estado alcanzando en las últimas semanas.
La Organización de Consumidores y Usuarios ha anunciado que, mientras que el año pasado recargar un coche eléctrico costaba de media al año unos 190 euros, el coste se ha disparado ahora hasta los 447 euros debido a la subida de la luz. Teniendo en cuenta que el vehículo se enchufe solamente en horario valle y recorriendo unos 10.000 kilómetros al año, el coste de recarga ha aumentado en 257 euros.
En lo que se refiere a la recarga en puntos en carretera, la OCU ha observado al mismo tiempo una subida de los precios en lagunas estaciones, como Ionity, que ha pasado de cobrar a 0,790 euros/kWh a 0,825 euros/kWh en septiembre, un precio que pasa a ser ahora tres veces superior al de la tarifa valle.
Sin embargo, la OCU recomienda encarecidamente que se apueste por modelos eléctricos antes que por los de combustión, ya que no solo se contribuye a mejorar el nivel de emisiones y contaminación, sino que son vehículo que tienden a amortizarse mucho antes. Costando una media de 7.500 euros más que sus homólogos de combustión, se amortiza en entre dos años y medio y cuatros años.
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