Un juez prohibió a dos de las exparejas de la actriz vender, distribuir, regalar o mostrar cualquiera de los vídeos o fotos de ella que pudieran tener.
Mischa Barton descubrió que alguien trataba de vender vídeos sexuales suyos, grabados según aseguró sin su consentimiento, por unos 500.000 dólares.