Se desconoce si ha sido motu proprio o más bien un consejo u orden de su madre, la reina Isabel II, hasta que pase la tormenta por la investigación que se acaba de abrir contra la fundación del príncipe Carlos de Inglaterra por aceptar donaciones particulares a cambio de favorecer la concesión de títulos y honores. Lo cierto y verdad es que el heredero al trono de Reino Unido se ha marchado a esquiar y lo ha hecho a un sitio en el que, precisamente, ya renació una vez.

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Fue en 1988, con todavía 39 años. Se puede decir que en aquellas fechas consiguió escapar de la muerte. En aquel entonces el príncipe de Gales se marchó a Klosters, una estación de esquí en la región de los Alpes suizos, hospedándose en un lujoso resort, tal y como ha hecho ahora, 34 años después, según ha informado el Daily Mail, que ha explicado que, tras pasar este pasado fin de semana fuera ya ha regresado para encargarse de sus obligaciones.

Sin embargo, no deja de sorprender que, de todas las estaciones de esquí que existen, el príncipe haya repetido con aquella que peor recuerdo le puede traer. El 10 de marzo de 1988, Carlos de Inglaterra se vio envuelto en un terrible y muy trágico accidente propiciado por una avalancha que acabó con la vida del mayor Hugh Lindsay, uno de los grandes amigos del príncipe y colaborador de la reina Isabel II.

Mientras que el padre de Guillermo y Harry pudo ser rescatado casi ileso, otra amiga que los acompañaba, Patricia Parker-Tomlinson, también se marchó de Suiza lesionada. El único golpe de suerte fue el de Diana de Gales y Sarah Ferguson. Tanto Lady Di como la por entonces duquesa de York, ambas experimentadas esquiadoras, prefirieron aquel día quedarse en el chalet de Davos, a 15 minutos del resort.

A pesar de la experiencia, el príncipe Carlos sigue considerando Klusters como uno de sus lugares de esquí predilectos y ocasionalmente lo visita. Ahí, por ejemplo, es una de las estaciones en las que enseñó a esquiar a sus hijos y ambos príncipes son hoy en día tan buenos esquiadores como él.