Un montaje con proyecciones en la fachada de la Casa Batlló con pases gratuitos, sábado y domingo a las 21.00, las 21.30 y las 22.00 horas, ha acercado un poco más al público esta joya de Gaudí, de propiedad privada (la familia Bernat, de Chupa Chups) en pleno Passeig de Gràcia.
Abrió a los visitantes en 2002, coincidiendo con el año Gaudí, y su éxito de público ha sido ascendente desde entonces. Abre los 365 días del año y trabajan unas 70 personas de forma rotativa. Aquel año pasaron por el número 43 del Pg de Gràcia 300.000 visitantes que pueden pasear libremente por la primera planta o noble, por el patio trasero y su imponente fachada y por la característica buhardilla abovedada. En 2011 hubieron 728.000 visitas.
Pero la casa tiene lugares privados, cerrados al ojo del curioso. La cuarta planta son oficinas y la tercera, la vivienda de la tercera generación Bernat. Las cocheras y antiguas carboneras sólo son accesibles para eventos privados y dejan parcialmente escondidos elementos gaudinianos tan espectaculares como la escalera.
En el año de apertura de la Casa Batlló a los visitantes, Nina Bernat, descendiente de la saga Chupa Chups, indicó que la licencia de obras municipal para reformar la segunda planta del edificio y hacerla visitable estaba "pendiente". Este espacio de la casa es "menos espectacular" que la planta noble, pero contiene igualmente elementos "gaudinianos" destacables. En 2012, esta planta sigue "pendiente de licencias" y en vistas de las reformas que la hagan "visitable", según fuentes de Casa Batlló.
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