Condenan a 23 años al ciudadano boliviano que mató a su esposa tras darle 24 golpes con una piqueta

La Audiencia Provincial de Almería ha condenado a 23 años de prisión al hombre de 31 años que, en febrero de 2010, degolló a su esposa con una navaja tras asestarle 24 golpes con una piqueta por todo el cuerpo después de descubrir que mantenía una relación con otra persona. El matrimonio, residente en Almería pero de origen boliviano, tenía dos hijos en común de cinco y siete años de edad.

La Audiencia Provincial de Almería ha condenado a 23 años de prisión al hombre de 31 años que, en febrero de 2010, degolló a su esposa con una navaja tras asestarle 24 golpes con una piqueta por todo el cuerpo después de descubrir que mantenía una relación con otra persona. El matrimonio, residente en Almería pero de origen boliviano, tenía dos hijos en común de cinco y siete años de edad.

Javier Stephan I.M. fue declarado culpable por un unanimidad por un jurado popular de un delito de asesinato, por el que el fiscal interesó la pena máxima que fija el Código Penal. La acusación particular ejercida por la familia de M.R.E., la Abogacía del Estado y la Junta de Andalucía se adhirió a las conclusiones del Ministerio Público mientras que la defensa, en atención al artículo 66 del Código Penal, solicitó 22 años y medio de cárcel.

Según ha informado a Europa Press el abogado del acusado, Francisco Ferre, la sentencia de la magistrada Soledad Jiménez Cisneros impone a su patrocinado el pago de 200.000 euros en concepto de responsabilidad civil a cada uno de los hijos menores de edad de la pareja. Ferre ha anunciado la interposición de recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).

El citado recurso alega que Javier Stephan I.M. no actuó con ensañamiento al asesinar a su esposa y que el jurado popular no aplicó correctamente este supuesto, ya que, a juicio de la defensa, "no aumentó de manera deliberada" el sufrimiento de la víctima. Señala, en esta línea, que el veredicto está lleno de "contradicciones" porque si bien aluden a una pelea "que reconocen todos" como desencadenante del crimen, "luego la niegan para rechazar que exista la atenuante de arrebato".

El jurado, que cerró al procesado la posibilidad de solicitar el indulto o la remisión de la condena, consideró probado por unanimidad que acabó con la vida de M.R.E. sin darle posibilidad de defensa ya que en la estancia donde se cometió el crimen "no había signos de pelea" como apunta la declaración de su propio hermano.

Consideró, asimismo, que lo hizo con ensañamiento ya que el cuerpo sin vida de la víctima presentaba 24 golpes con un piqueta y tres heridas de arma blanca. Rechazó, sin embargo, que el procesado actuase con sus capacidades volitivas o intelictivas alteradas y alude tanto al informe forense como a las declaraciones de los agentes de la Policía Nacional que indicaron que su conducta tras el asesinato "era normal".

El veredicto recogía que la "infidelidad conocida antes del suceso" provocó discusión previa y cuestionó que Javier Stephan I.M., quien ante el tribunal aseguró que no recordar el crimen, intentase prestar ayuda a la víctima ya que los trapos que le colocó sobre las heridas "no estaban presionados y no cortaban el flujo de sangre". Subrayó, en esta línea, que fue el hermano quien alertó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. HECHOS

El crimen se remonta a la madrugada del 18 de febrero de 2010. El procesado había tenido conocimiento cinco días antes del asesinato M.R.E. tenía una relación sentimental con otra persona "paralela al matrimonio".

El día de los hechos, en el domicilio que compartían junto a sus dos hijos de corta edad en el número 22 de la calle Poeta Gónzalo de Berceo, Javier Stephan I.M. cogió una piqueta que había escondido tras tener conocimiento de la infidelidad de ella días antes debajo del colchón de la cama del dormitorio conyugal y le propinó un golpe con ella en la cabeza.

M.R.E. cayó al suelo y, en ese momento y "aprovechando que no podía moverse", él volvió a atacarle con el arma y, con la intención de causarle un "sufrimiento máximo" le hirió en 24 ocasiones en "la parte frontal, trasera y lateral de la cabeza" ya que "fue volteando el cuerpo".

Finalmente y, "como aún estaba viva", cogió una navaja que tenía guardada en el cajón de la mesita de noche del dormitorio y le cortó el cuello seccionándole la traquea, la arteria carótida y la vena yugular. El hijo de siete años y la hija de cinco de la pareja no se encontraban en la casa en el momento del asesinato.

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