La última anécdota protagonizada por el interprete de Big o Forrest Gump, que está negociando con Disney dar vida a Geppeto en la nueva Pinocho, avala de nuevo que no cumple los parámetros de estrella inalcanzable del celuloide.

Tom Hanks es uno de los hombres más poderosos de Hollywood y también uno de los que más simpatías despiertan. Hace apenas un año se prestó a que en la presentación de su libro de relatos en Texas hubiera una petición sorpresa de matrimonio, poco antes regaló una máquina de café a los periodistas que cubren la informaicón de la Casa Blanca al constatar que estaba muy deterioriada, y ahora ha vuelto a acaparar titulares por su cercanía.

El veterano actor, junto a su mujer Rita Wilson con la que lleva casado tres décadas, se dejó caer en una hamburguesería a las afueras de Los Ángeles en la que no solo comieron, sino que se prestaron a hacerse fotos con todos los presentes, felicitaron la Navidad y terminaron invitando a comer a todo el mundo.

Las redes sociales de los presentes documentan cómo Hanks, siempre sonriente, incluso se prestó a hacer él las fotos, dejando un inmejorable recuerdo de su visita.