Elizabeth Antev es una mujer canadiense que un día perdió a su gata, Kiki, cuando vivía en su antigua casa ubicada en la ciudad de Edmonton (Alberta). El felino se escapó de casa sin dejar rastro. Su dueña, bastante afectada, estuvo buscando, con ayuda de su familia, a Kiki durante meses mediante folletos, carteles y el boca a boca. 

"Pusimos comida y una trampa para ella, pero nunca atrapamos nada, ni a ella ni a nada", comentó Antev a Global News. Tras la búsqueda fallida, la mujer y su familia se mudaron a Ontario aproximadamente un año después de la desaparición del animal. 

Pero ella tenía una corazonada, por lo que se negó a cambiar su número de teléfono a un código de área local por si la información del microchip de su gata estuviera actualizada si esta aparecía.

Y menos mal que no lo hizo. Hana Kadri, una vecina de un barrio cercano a donde vivía Elisabeth Antev, comentó que últimamente un gatito se acerca a su patio trasero, por lo que comenzó a dejarle comida para alimentarlo. 

Junto con otro vecino, consiguieron atrapar al felino y llevarlo al veterinario, donde el escaneo del microchip que tenía insertado el animal identificó a Kiki. 

"Cinco años después recibí una llamada del veterinario diciendo: 'Tenemos a Kiki'", dijo Antev. "Empecé a sollozar. Estaba en estado de shock". Un amigo de la familia recogió a la gata, que ahora tiene 13 años, y la llevó al aeropuerto internacional de Edmonton, donde cogió un vuelo hacia el nuevo hogar de su familia en Ontario.

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"Ya no parece estar muy interesada en la puerta, no creo que vaya a ninguna parte", afirma Antev, asegurando también que Kiki se está adaptando bien a su nuevo hogar y que sus días de vagabundeo al aire libre han quedado atrás.