El señor D, un joven empresario de 33 años que no ha querido desvelar su identidad, ha hablado con la prensa británica del hobbie en el que se gasta más de 200 euros al mes: comprar calcetines usados. 

El británico ha confesado que no ve nada de extraño en su afición y que es una "persona normal" con una inclinación hacia los pies. Por eso, cada mes contacta a diferentes personas por Instagram para pedirle sus calcetines usados a cambio de dinero. 

Ofrece algo más de 40 euros por conjuntos de 5 o 6 calcetines con mal olor, pero puede llegar hasta 60 si la persona es "especial" o "conocida". En general, tiene una preferencia "estricta" por las mujeres y comenta que suele pedirle esta prenda a las que encuentra atractivas en las redes sociales. 

Ha contado que suele hablarle a mujeres entre 21 y 36 años y que también suele pagar 30 euros por vídeos de los pies, con los que tiene un gran fetiche. "Me atraen los pies en general. Los encuentro muy elegantes y sexys", ha reconocido. 

"Me gustan los calcetines y las mallas; la gente suele llevarlos un par de días y luego los envía. Algunos van al gimnasio con ellas o salen a correr. Depende totalmente de ellos cómo lo hagan", ha detallado sobre las transiciones que paga habitualmente a través de PayPal. 

"También compro fotos y vídeos pornográficos de pies, ya que me gustan los dedos y las plantas de los pies, pero los calcetines también son una parte importante para mí", ha explicado. 

El señor D no da muchos detalles sobre qué hace con los cientos de calcetines que recibe: "Por lo general solo me gusta olerlos y llevármelos a la boca para probarlos. Los guardo y vuelvo a ellos cuando me apetece", ha resumido. 

Una tendencia, como el joven corrobora, que es cada vez más habitual en redes sociales: "Hay una subcultura en las redes sociales especializada en ese tipo de cosas, pero también me encuentro con gente al azar a la que mando mensajes".