Desde mediados de los 70 forma pareja con el artista y fotógrafo alemán Uwe Laysiepen, más conocido como Ulay. Bajo el nombre de The Other realizan varias performances: en Imponderabilia (1977) se colocan desnudos uno frente al otro mirándose fijamente y piden al público que pase entre ellos; en A-AAA (1978) se gritan entre ellos y en Rest Energy (1980), Ulay apuntó durante horas con un arco tensado al corazón de Marina. La pareja pondría el punto al final a su relación personal y profesional con la pieza The Lovers (1988), en ella cada uno partió de un extremo opuesto de la Gran Muralla China y se reencontró a mitad de camino (tras tres meses de caminatas) para fundirse en un abrazo final.
Ulay/Marina Abramovic. Relation in Space. Performance, 58 minutos. XXXVIII Biennale, Giudecca, Venice, Juli, 1976. © Ulay/Marina Abramovic Foto/Photo: © Jaap de Graaf Courtesy of the Marina Abramovic Archives
Desde sus inicios, Abramovic siempre ha utilizado su cuerpo como materia prima y territorio para la experimentación. Ella es la obra de arte pero esa obra de arte no tiene sentido sin el público ni se entiende sin el intercambio de energías que se produce entre artista y espectadores. “Nunca podría dar performances privadas, en casa, porque no tengo público [...] Cuanto más público hay, mejor la performance, más energía recorre el espacio. El público debe dar un paso histórico y volverse uno con el objeto", ha comentado al respecto.
Marina Abramovic. Art must be beautiful, artist must be beautiful. Copenhague, 1975
Sin embargo, el público también puede convertirse en un 'demonio' para la obra y el performer. En Rythm 0, uno de sus trabajos más emblemáticos, la artista se ponía a disposición del público junto con 72 instrumentos entre los que se podían encontrar cuchillos, látigos, cadenas y una pistola cargada. “Lo que aprendí fue que, si dejas que el público decida, te pueden matar. Me sentí verdaderamente atacada: me cortaron la ropa, me clavaron las espinas de las rosas en el estómago, una persona me apuntó a la cabeza con la pistola y otra se la quitó", confesó Abramovic. Aún así, soportó durante seis horas todo aquel martirio.
Marina Abramovic. Stromboli III Volcano, 2002
En 1997 consigue el León de Oro en la Bienal de Venecia con la estremecedora Balkan Baroque. La escena evocaba el horror de la guerra de los Balcanes de una manera impactante: en una instalación de vídeo aparecían los propios padres de Abramovic proyectados en las paredes, y en el centro del espacio ella misma, rodeada de una montaña de 1.500 huesos frescos de ternera cubiertos de sangre. Abramovic cantaba canciones tradicionales de su niñez mientras lavaba estos huesos en un barreño, dotanto a la performance de una enorme carga emotiva.
Marina Abramovic. The Hero, 2001© Marina Abramovic. Foto: TheMahler.com. Courtesy of the Marina Abramovic Archives
En 2010 Abramovic presentaba una de sus piezas más intensas con motivo de la retrospectiva del MoMA a toda su obra: The artist is present (que daría pie a un documental con el mismo título). A lo largo de tres meses la artista permaneció sentada en el hall del museo neoyorkino durante más de 700 horas permitiendo que, por turnos, más de 1.800 visitantes se sentasen frente a ella en silencio y sosteniendo las miradas. La pieza quería demostrar, entre otras cosas, las carencias comunicacionales en las grandes urbes. El día de la inauguración y tras más de 23 años separados, Ulay apareció por sorpresa. Marina no pudo evitar emocionarse al verle y cogerle las manos.
Marina Abramovic. The artist is present. MoMA, 2010