La travesía por el Egeo es la experiencia más traumática. Los refugiados tienen que ponerse en manos de traficantes de personas que les meten en botes hinchables y los tiran al mar sin capitán, quedando a expensas de las olas. En la foto se ve los rostros sonrientes (e inconscientes) de los hijos de Abdhamid antes de zarpar. Su bote se hundió a pocos metros de la costa griega, quedaron mojados pero a salvo. No todo el mundo puede contar lo mismo. En 2015 han fallecido 3,600 personas en el Mediterráneo.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNEn la frontera entre Serbia y Macedonia, decenas de taxistas aprovechan la oscuridad para engañar a los refugiados que llegan. Les dicen que no hay ningún sistema para cruzar el país rápidamente y les piden sumas astronómicas para realizar el trayecto. A pocos metros, un bus les lleva a la otra frontera por 22 euros y un tren por 15. Cansados, muertos de frío, sin información al alcance, muchos caen en su trampa.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNSerbia es uno de los países por los que pasa la llamada 'ruta de los Balcanes'. Por aquí han llegado a pasar hasta 6.000 personas diarias, un 'pastel' demasiado apetecible para que nadie se aproveche. Desde las tiendas, a los hostales y propietarios de buses... Todos han subido los precios para sacar rédito. Esa es la norma desde que alcanzan la costa griega.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNCuando la gente llega, lo que primero necesita es saber cómo cruzar el país de la forma más rápida y económica posible. Sin embargo, es muy difícil obtener información en una lengua que entiendan hasta que no llegan al centro de registro de Presëvo, a ocho kilómetros de la frontera. Eso les hace vulnerables a engaños y a estafas.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNEl invierno en Serbia es especialmente duro, sobre todo de noche. Muchas familias no están preparadas porque no pueden cargar con ropa de abrigo. Llegados a esta parte de Europa, son las ONG alas que les proveen de mantas, anoracs, guantes y gorros para soportar el clima hostil.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNSorprende las pocas pertenencias que llevan, sobre todo sabiendo que ahí está toda su vida. Una bolsa es lo máximo. El resto es un lujo y una carga que no se pueden permitir. Cuentan que salieron con más cosas, pero a medida que pasaban los días tuvieron que deshacerse de ellas. También hay gente que llega sin nada porque se lo han robado todo.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNCasi el 25% de las personas que realizan este duro viaje son niños y niñas, según ACNUR. Los padres cargan a cuestas con los más pequeño. Muchos no llevan pañales porque cuestan dinero y además pesan, con todas las dificultades que ello conlleva. Medina, que viaja con sus hijos, contó: "Se cansan, lloran, se pelean, se han puesto enfermos. Es muy difícil tener paciencia".
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNLos agentes serbios gritan Yala. Yala. Yala. Es la forma que tienen los árabes de pedir a alguien que se dé prisa. La mayoría tratan a los refugiados como si fueran ganado. Un ganado que tiene que cruzar el país rápido y preferiblemente sin dejar rastro. Varios informes de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch denuncia maltrato por parte de la Policía en Serbia, Macedonia y Hungría.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓNLa corriente de refugiados y migrantes que cruzan los Balcanes sufre cortocircuitos a menudo. Una huelga, un nuevo requisito, una frontera que se cierra. Todo ello provoca tapones que obligan a la gente a pasar varios días en un mismo sitio y a gastarse el poco dinero que llevan encima, a risgo incluso de quedarse sin recursos para llegar a su destino. La espera genera tensiones y se reportan peleas a diario.
Pablo Tosco / OXFAM INTERMÓN