Una celda superpoblada en la que los reclusos duermen hacinados en la prisión Manakara en Madagascar.
Richard Burton / EFEUna ración única de mandioca es la comida diaria que le corresponde a un preso de una cárcel cualquiera en Madagascar. Según datos del Comité Internacional de Cruz Roja (ICRC), esa cantidad de este vegetal suele ser de 300 gramos y supone un aporte de alrededor de 1.000 calorías. Por lo general, un hombre adulto necesita entre 2.000 y 4.000 calorías por jornada. En la imagen, varios reclusos pasan el rato jugando en el módulo principal del penal de Antsirabe (Madagascar).
Richard Burton / EFEPara estos reclusos de la prisión de Manakara, y para los otros miles que se encuentran distribuidos en las cárceles de la isla de Madagascar, vivir en las celdas puede suponer un peligro inminente de muerte. El escaso aporte calórico que supone su ración diaria de comida, la suciedad y el hacinamiento, hacen que muchos de ellos contraigan enfermedades. Según ICRC, los que más difícil lo tienen son los que padecen malnutrición (uno de cada dos) y las enfermedades más comunes son la malaria y la tuberculosis.
Richard Burton / EFEDormir sin poder darse la vuelta parece una tarea complicada. En la prisión malgache de Manakara, los reclusos pasan la noche amontonados en el suelo, formando complejas figuras humanas sin apenas poder moverse. En las prisiones del país, miles de reclusos esperan el momento en el que, por fin, puedan tener un juicio. Mientras tanto, continúan su día a día enfrentándose a la enfermedad y el hacinamiento.
Richard Burton / EFEMás de 11.000 personas esperan un juicio en las cárceles de Madagascar. Hombres, mujeres y niños que conviven en instalaciones antihigiénicas y duermen en celdas que suelen superan los 40 reclusos. Estos datos proceden de un informe de octubre de 2018, elaborado por Amnistía Internacional (AI), en el que se puede leer otro dato alarmante: en Madagascar, durante 2017, fallecieron 52 personas en prisión preventiva. En la imagen, los prisioneros de la cárcel de Antsirbe esperan a escuchar su nombre.
Richard Burton / EFEEn una celda comunitaria de Manakara (Madagascar), de esas que normalmente ofrecen imágenes de extremo hacinamiento, una mujer lee sola en un rincón. Según el informe de octubre de 2018 de Amnistía Internacional (AI), la mayoría de celdas de las calabozos malgaches no cuentan con inodoros o duchas. Durante la noche, los presos deben usar cubos de plástico como retrete.
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