“Siempre he visto la vida en positivo”

Mariano Alonso lleva desde su jubilación, en 2018, subido a su bici, con la que ha recorrido más de 38.000 kilómetros por la península ibérica. La suya es una historia con la que pone en valor el paisaje y paisanaje de nuestra tierra.

Hace cuatro años, cuando el vallisoletano Mariano Alonso se jubiló de su puesto como ferroviario, tenía muy claro que no iba a quedarse en casa, enfrente de una pantalla en la que solo escuchaba noticias negativas. Su reto era todo lo contrario: quería conocer la península ibérica, sus ríos, sus pueblos, las vías verdes que aúnan deporte y naturaleza, sus gentes y sus historias de vida.

Y así lo hizo en un trayecto que comenzó en el Canal de Castilla, en el año 2018, y donde pudo comprobar que su sueño de conocer España y descubrir lugares y personas, le iba a proporcionar muchas satisfacciones, entre otras poder hacer un blog donde cuenta sus aventuras ‘Un anciano en bicicleta’ (marianoenbicicleta.blog).

Esta es una historia con la que desde 20minutos arrancamos una serie de artículos #enpositivo con el objetivo para animar al lector a descubrir noticias diferentes, humanas, inspiradoras y, sobre todo, positivas y que desarrollamos gracias al apoyo de Cepsa

El presente de Mariano es una carrera por la vida y por España, que ya suma alrededor de 38.000 kilómetros, y en la que no le ha faltado el apoyo de su familia y de sus amigos. “Mi mujer es más joven que yo y todavía trabaja, así que me dijo que hiciera lo que me apeteciera en mi jubilación. Y, si eso era recorrer la Península en bici, sin problema. Aunque siempre ajusto mis viajes a las necesidades de mi familia, mi mujer Teresa, mis hijas y mi nieta Irene”, apunta.

Con este apoyo, su bici eléctrica (que no tiene nombre) y varias aplicaciones de móvil, que son geolocalizadores, y que a veces le despistan un poco, Mariano lleva cuatro años viajando por los campos de Castilla, el valle del Ebro, las sierras andaluzas o los parajes del Cantábrico. Y lo hace sin estar pendiente del móvil, desconectado de las obligaciones que marcan las redes sociales, solo con la mente puesta en llegar al siguiente punto del destino y buscar dónde alojarse.

Mariano Alonso en la Vía Verde de la Sierra.
Mariano Alonso en la Vía Verde de la Sierra.
M.A.

“Una de las mejores cosas que nos pasan a los jubilados es que estamos desconectados permanentemente. Eso es casi la felicidad absoluta, no saber en qué día vivimos”, señala divertido, mientras recuerda que él solo está pendiente de los días para no equivocarse a la hora de reservar habitación. Porque este es uno de los puntos claves de su programación: el alojamiento en un lugar del camino que suele elegir sobre la marcha, para evitar reservar antes de tiempo y que luego surjan imprevistos en forma de avería de la bici.

La riqueza del paisaje y el paisanaje

Con esta aventura sobre dos ruedas, Mariano se ha encontrado un poco más a sí mismo, pero también ha descubierto la riqueza del paisaje y paisanaje de la España Vacía y deshabitada, lugares que nadie conoce porque casi nunca se informa de ellos. “La gente sabe dónde está Zaragoza, pero a lo mejor no conoce La Puebla de Híjar. Con mis viajes voy disfrutando de todo. Hay momentos en el camino en los que te puedes encontrar solo, pero es muy agradable, porque oyes sonidos que no escuchas en una gran ciudad. Y también la voz de la gente de los pueblos, que tiene tanto que aportar”, indica.

Gente que le alquila una habitación y que le mira raro cuando pregunta si hay wifi, pero que le invitan a comer platos de la tierra y le hablan de las fiestas del pueblo y de los que se fueron y solo vuelven en vacaciones. “Es lo mejor del viaje, conocer historias que de otra manera no podría saber”, explica.

La protagonista de esta historia, en la desembocadura del Ebro.
La protagonista de esta historia, en la desembocadura del Ebro.
M.A.

Y, además, la bici le permite ser sostenible y estar en una perfecta forma física, algo que le recuerda el consejo que le dio su doctora al jubilarse: “Mariano, tienes que andar. Pero como a mí no me gusta, me decidí por la bici. La primera vez que la cogí para hacer el Camino de Castilla, me costó muchísimo, aunque era totalmente llano, pero ahora hago kilómetros sin parar y no me agota”, asegura.

"Es lo mejor del viaje, conocer historias que de otra manera no podría saber"

A su gran estado físico hay que sumar su memoria, que le permite recordar muchos de los rincones que ha recorrido en los 38.000 kilómetros que lleva con su bici y a lo largo de los cuales ha conocido las 126 vías verdes que hay en toda España y a las que se van añadiendo otras que él iniciara cuando los caminos estén más avanzados. “Me queda un reto pendiente: la Vía Verde del Ferrocarril Estratégico, que está muy cerca de Gijón. He ido dos veces, pero no la he encontrado”, apunta, a la vez que confía en que alguien le ayude a encontrarla. Mientras esto ocurre, en breve, quiere recorrer el río Segura y las Montañas Vacías, unos 700 kilómetros de trayecto, que hará con alegría, una pedaleada detrás de otra, sin parar.

A las puertas de la mezquita de Córdoba.
A las puertas de la mezquita de Córdoba.
M.A.

Por eso, una cosa llama la atención en sus últimos minutos de charla. Mariano, que habla tan rápido como monta en bici, baja el tono y confiesa que esta aventura le reconcilia con la vida. “Yo siempre he sabido que, aunque la sociedad no es perfecta, la mayoría de la gente es buena”.

Mariano insiste en que hay que mirar siempre todo lo negativo con varios filtros y entonces nos daremos cuenta de que lo malo es malo por alguna razón y eso es lo que hay que intentar averiguar y solucionar. “Siempre he visto la vida en positivo, lo que no quiere decir que haya sido más o menos borde, pero ahora ya no tengo que serlo porque no aspiro a conseguir nada de los demás, si no a dar lo que pueda”, recuerda.

"En el mundo en el que me muevo, en estas tierras de la España vacía, la gente se fía de mí y yo de ellos"

Y antes de terminar, hace un silencio y más despacio todavía reflexiona y asegura que en el mundo en el que se mueve, en estas tierras de la España vacía, la gente se fía de ti, y tú de ellos. Pone un ejemplo reciente. Este mes de julio, se fue a recorrer el río Segura, pero se le rompió la bici. Era una carretera poco transitada, y quince minutos después paró un coche pero no pudo ayudarle, aunque le aseguró que en breve pararía un camión. Y así fue, el camión llegó, subieron la bici y le llevó a un pueblo donde no pudieron ayudarle, pero donde le mandaron a una ferretería de otro municipio, donde encontró la solución. “Eso es solidaridad. Y si algo me han enseñado mis viajes es que hay que ser solidarios”, concluye.

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