La España vacía de covid: así se vive en los pueblos sin el virus

Las zonas rurales comienzan a decir adiós a la pandemia y miles de españoles viven una 'nueva normalidad' con mascarilla.

Imagínese salir de su casa, bajarse al mercado, charlar con un vecino o tomarse una caña en una terraza con la seguridad casi absoluta de que, se cruce con quien se cruce, esa persona estará libre de coronavirus. Lejos de ser una ensoñación postpandémica, esta es ya la realidad para cientos de miles de españoles.

A consecuencia del acelerón que ha dado la campaña de vacunación, varios municipios han comenzado a teñirse ya de "verde normalidad" en el mapa de incidencia nacional tras haber reducido casi a cero sus contagios en los últimos 14 días. Por ahora, se trata mayoritariamente de poblaciones rurales alejadas de las grandes ciudades, aunque no es así en todos los casos. Por ejemplo, Oliva o Sueca, dos municipios de más de 25.000 habitantes situadas en la Comunidad Valenciana, también han conseguido anotarse un cero en contagios.

En general, las localidades sin casos de Covid reúnen una serie de características que facilitan el control de la epidemia: tienen poca población y bastante dispersa en su territorio, sus habitantes se relacionan en círculos de convivencia cerrados y que facilitan el autorrastreo de las infecciones, y su exposición a las grandes ciudades es más reducida.

Para conocer de primera mano cómo se vive en los municipios españoles donde el coronavirus es prácticamente imperceptible, 20minutos se ha desplazado a cuatro localidades en las provincias de Sevilla (El Garrobo)Valencia (Albalat dels Sorells)Madrid (Villaconejos) y Barcelona (Vilanova del Vallès).

El Garrobo, en Sevilla ( 782 hab.)

A unos 40 kilómetros de Sevilla capital se encuentra el municipio de El Garrobo, una pequeña localidad con menos de 800 habitantes y una de las pocas de la provincia que a día de hoy se encuentra libre de Covid, con una tasa de incidencia en los últimos 14 días de cero casos por cada 100.000 habitantes.

 

 

Cabría pensar, en principio, que esta situación mantiene al pueblo más relajado en cuanto a las medidas de protección, pero nada más lejos de la realidad. Y es que al llegar a El Garrobo, un martes a las 17.15 horas, parece que uno hubiera viajado en el tiempo a mediados de marzo de 2020, en pleno confinamiento severo. Silencio, calles vacías y comercios cerrados a cal y canto. Cierto es que el calor aprieta ya por estas latitudes, pero la sensación es de que esa calma no tiene que ver solo con el mercurio.

En casi una hora paseando por el pueblo tan solo asoman dos personas. Una de ellas es Verónica García Ortega, de 32 años, que confirma que en El Garrobo, pese a que “desde el principio de la pandemia hemos estado libres de casos, salvo después de Navidad y después con otro pequeño rebrote”, se siguen cumpliendo las medidas de seguridad y protección escrupulosamente. Explica que la mayoría de la gente joven que trabaja lo hace fuera de la localidad, y está convencida de que “los casos que ha habido han sido por eso”, es decir, exportados. Ella, en concreto, trabaja en el Ayuntamiento del municipio, pero hace vida en la gran ciudad habitualmente, y lo tiene claro: “Aquí, en el pueblo, vivimos más tranquilos, con menos peligro”. Pero lo importante, señala, es que “tenemos muchísimo cuidado, estamos muy concienciados”, y asevera que tanto en el Consistorio donde ella trabaja como en todos los comercios de la localidad “se respetan las medidas, los aforos, la limpieza…”.

Luciano García Rodríguez desconoce “cuál es el secreto del pueblo” para mantenerse libre de Covid, pero admite que ha pasado “miedo”, por él, por su familia y por su padre, de 89 años, con quien vive. Lo que sí tiene más claro es que “con la vacunación mejorará todo”. Él mismo, cuenta, se ha puesto ya la primera dosis y está esperando la segunda para dentro de unos días. “Estoy más tranquilo”, asegura.

Las calles de El Garrobo: tranquilidad en tierra sevillana.
Las calles de El Garrobo: tranquilidad en tierra sevillana.
FERNANDO RUSO

 

Villaconejos, en Madrid (3.388 hab.)

 

De los 179 municipios que forman la Comunidad de Madrid, Villaconejos tenía, hasta el martes, el honor de ser el más poblado entre ellos (3.388 habitantes) que había conseguido llevar a cero su incidencia. Pero la aparición de dos casos este martes tras tres semanas sin presencia del virus le ha arrebatado este honor en favor de Villa del Prado (6.520 habitantes). Además de esta localidad, otros 55 pueblos madrileños también han puesto un cero en su balance Covid, pero juntos apenas albergan el 0,7% de los habitantes de la comunidad.

 

Varios vecinos de este municipio, situado casi en la frontera sur de la comunidad (y célebre por la calidad de sus melones), desconocían la escasa incidencia en los últimos meses. - ¿Se siente orgullo al tener cero Covid?- "Por supuesto, somos los mejores", responde entre risas Raúl Orellana, vecino de Villaconejos desde hace 15 años y vacunado con la primera dosis. "Sale uno con más confianza, pero confianza hemos tenido siempre. Nos juntamos siempre los mismos y si alguno hubiera tenido síntomas lo hubiese dicho, pero gracias a Dios no hemos tenido ningún problema", añade.

"¿Sabes lo que pasa? que al ser municipios tan pequeños cuando se localiza un caso se sabe muy bien donde está. También crece mucho más rápido, pero se puede cortar rápido", cuenta Gema, propietaria de una peluquería local. “Se ve más movimiento. De todas formas, la gente tiene su miedo, su precaución. La normalidad va a costar”, explica, por su parte, Ángel, de 66 años y ya jubilado.

"Tenemos nuestra casa en Madrid y nos vinimos aquí confinados porque nuestros hijos nos dijeron: ‘iros al pueblo para estar más aislados'. Estuvimos aquí todo el confinamiento para tener menos relación con la gente", cuenta Carmen Fernández, natural del barrio madrileño de San Fermín. 

"No es igual vivir en un piso, que solamente con que salgas a comprar ya te cruzas con vecinos. Llevamos aquí un año y pico. Hemos ido a Madrid si teníamos alguna cita en el hospital o algo, pero ir y volver", añade. -¿Piensan quedarse? -"Por lo menos el verano sí. Tenemos un nieto y hemos estado sin verle cinco meses. Ahora ya… unos achuchones que le pego. Hay que empezar a volver a vivir", concluye.

Ayuntamiento de Villaconejos.
Ayuntamiento de Villaconejos.
FOTO: JORGE PARÍS

Albalat dels Sorells, en Valencia (4.036 hab.)

 

A poco más de 10 kilómetros del centro de Valencia, se encuentra Albalat dels Sorells, un pequeño pueblo de poco más de 4.000 habitantes de l'Horta Nord, donde hace tiempo que tampoco han oído hablar del virus. "Sabemos que somos poquitos, pero cero [Covid] no sabíamos", cuenta a este periódico Rosa, propietaria del café del centro cívico local. "Hay menos psicosis, ya se empieza a mover todo más", añade.

 

"Me acabo de enterar de que no hay nadie [con Covid]. Aquí, como es muy pequeñito el pueblo, nos conocemos todos", narra Amparo Egea, propietaria de una peluquería en el centro del municipio. "Cerré los dos meses del confinamiento y luego estuve mal porque la gente no venía y tenía miedo. Hasta mayo que se ha animado...", añade.

"Creo que no hay que bajar la guardia, ha venido mi hermano de El Puig [localidad 8 km al norte]  y hemos almorzado con nuestra mascarilla, normal", explica Fructuoso García, propietario de una carnicería. Los cierres perimetrales, que para otros negocios han sido un golpe muy duro, para el comercio de García han supuesto una oportunidad. "Al ser un pueblo pequeño y haber cierre perimetral, la gente ha tenido que consumir aquí", cuenta. "Ahora nos ha subido un poco la venta. Se han dado cuenta de que el pequeño comercio está. Bienvenido sea", concluye.

La escuela infantil de Albalat también ha salido bien parada de la pandemia. "No hemos tenido ningún brote", defiende, con orgullo, Lidia Lázaro, que trabaja en el centro y que también sabía que no había Covid en el pueblo. "Se ve con mucho más optimismo, estamos muy contentos, pero tomamos precauciones activas. Para el curso que viene vamos a mantener medidas. El tema del protocolo, la higiene... va a continuar igual", añade. 

"Creo que no hay que bajar la guardia, ha venido mi hermano y hemos almorzado con nuestra mascarilla"

Además, Lázaro pone sobre la mesa una importante cuestión que la pandemia ha puesto de relieve: la falta de espacio que muchos padecen en las grandes urbes. "Mucha gente de ciudad está viniendo a vivir a los pueblos. Mi marido trabaja en la construcción y se nota que hay mucha gente interesada en venir en buscar parcela y tener un poco más de espacio", concluye.

Un hombre circula con su bicicleta por una calle de Albalat dels Sorells.
Un hombre circula con su bicicleta por una calle de Albalat dels Sorells.
Eduardo Manzana

Vilanova del Vallès, en Barcelona (5.503 hab.)

 

 

Vilanova del Vallès, un pequeño municipio de algo más de 5.000 habitantes situado en la provincia de Barcelona, es uno de los pueblos de España sin apenas Covid-19. La alcaldesa de esta localidad, Yolanda Lorenzo, cree que el mérito es de los vecinos y de las vacunas -más del 30% de la población ya tiene la primera dosis-, aunque también considera que el tamaño y la distribución del pueblo ayuda, además del buen tiempo: “Tenemos 12 urbanizaciones y no hay núcleos muy habitados, lo que puede propiciar la no propagación del virus”, cuenta a 20minutos.

Pese a la buena noticia, la alcaldesa señala que la escasa presencia de coronavirus en Vilanova -apenas dos casos en un mes- “no es una noticia conocida”, ya que, a diferencia de cuando tenían altos porcentajes de casos, “no se ha hecho difusión”, y así lo demuestran las reacciones de algunos vecinos cuando les comentamos la situación. “No sabía que Vilanova no tiene casos de Covid. Qué bien, ¿no? Diría que es porque la gente se porta bien”, cuenta Rosa Catafal, vecina de la localidad y dueña de la droguería Vilanova. Y, de hecho, las buenas prácticas se repiten en las calles y en los comercios del pueblo: mascarillas puestas, distancias y colas en el exterior de los locales.

Sobre este buen comportamiento, Rosa explica que conoce a mucha gente que no ha querido ni reunirse ni salir mucho de casa, y que ella ha hecho lo mismo, aunque ahora sí que ve más movimiento: “Es normal. Todos tienen ganas”. También destaca que las ventas de gel hidroalcohólico en su droguería, de la que se jubilará en dos años, han bajado mucho. “Ya no es como antes”, señala. Respecto a la vacunación, cuenta que ella ya lleva la primera dosis de AstraZeneca y que no ha tenido efectos secundarios: “Yo creo que la gente se queja mucho porque la tele nos dice muchas cosas, pero algo ha hecho la vacuna, ¿no?”, se pregunta en referencia a la exigua presencia de casos de coronavirus en Vilanova.

Manuel (nombre ficticio dado que prefiere mantener el anonimato), dueño de un bar de la localidad, coincide con la alcaldesa en que el tamaño y la distribución del pueblo han favorecido la falta de propagación del virus: "Somos 5.000 habitantes contando las urbanizaciones, pero en el núcleo urbano somos 1.500, muy pocos”. Sin embargo, también destaca el comportamiento de la población: “La gente de Vilanova se comporta muy bien, al menos en los bares”, un planteamiento con el que no coincide uno de sus clientes, Josep, que asegura que en Vilanova “no hacemos nada especial”.

“Que no tengamos Covid para mí es una sorpresa, porque no veo que nadie haga nada especial. Si miras ahí (señala en una dirección), verás que hay gente sin mascarilla, y además conozco a muchos otros que no se quieren vacunar. No hacemos nada del otro mundo, aunque espero que siga así la cosa”, comenta Josep. Desgraciadamente, la cosa no ha seguido así, y es que, aunque en el momento de hacer el reportaje Vilanova llevaba más de 15 días sin casos de Covid, la situación ha cambiado durante el fin de semana, en el que se han registrado dos.

Siguiendo con el recorrido por las calles del pequeño pueblo de la comarca del Vallès Oriental, nos encontramos con la frutería Casals, a cuyo dueño, Josep Casals, también le coge por sorpresa la noticia de que no hay Covid en su pueblo y, como Rosa y Manuel, cree que se debe al buen comportamiento de la población, también en su tienda. Eso sí, pese a la alegría de la falta de casos de coronavirus, el miedo y la incertidumbre siguen presentes y, por ello, señala que tiene muchas dudas respecto al verano, “aunque la gente tiene muchas ganas de hacer cosas”.

Maica Lluch, dueña de la farmacia homónima, muestra su alegría ante la noticia de la ausencia de casos de Covid y señala tres factores por los que cree que es así: que la gente más susceptible de contagiarse ya lo ha pasado, que la tasa de vacunación es cada vez más alta y que, pese a que el pueblo es pequeño, tiene de todo, lo que permite moverse poco de él. Y, por supuesto, no podía faltar el reconocimiento al comportamiento de la población en general y de sus clientes en particular: “incluso en los peores momentos nadie protestaba”, remarca.

"Vemos la luz al final del túnel"

Cuenta que, precisamente en estos peores momentos de la pandemia, ella y el resto de farmacéuticas se sintieron “muy solas”: “Nos quedamos durante mucho tiempo con el ambulatorio cerrado, todo el mundo acababa viniendo aquí y nadie se preocupaba por cómo lo gestionábamos", pero señala que están muy contentas de haber podido ayudar y que cogerán el verano con muchas ganas de descansar. El ambulatorio, por su parte, vuelve a estar en funcionamiento y, ahora que hace buen tiempo, algunas sillas de la sala de espera se han trasladado a la calle para incrementar la seguridad.

La alcaldesa lamenta la sensación de soledad e inseguridad que se vivió en aquellos peores momentos y las muertes que también hubo en Vilanova del Vallès. Tras la etapa vivida, destaca la ausencia de casos de Covid como “noticias esperanzadoras”: “Vemos la luz al final del túnel”, comenta. Eso sí, señala que es necesario ser conscientes de que la pandemia no va a desaparecer rápidamente, por lo que destaca la importancia de “tomar conciencia y no olvidar lo que hemos pasado” para actuar “con respeto y prudencia”.

 

ESPECIAL 20minutos | Textos: Jorge Millán, Beatriz Rodríguez y Judith Calderón | Fotos: Jorge París, Eduardo Manzana, Hugo Fernández y Fernando Ruso  | Gráficos y datos: Jorge Millán | Maquetación: Álex Herrera

Coordinación: Héctor M. Garrido