Francia sigue buscando un ciclista que, a la hora de disputar el Tour, regale a la afición una alegría mayor que una victoria parcial el 14 de julio o lucir el jersey amarillo durante algunas jornadas. Los tiempos de Bernard Hinault y Laurent Fignon cada vez quedan más lejos y no son pocos los nombres que, en estos veinte años, han sido señalados como posibles sustitutos.

Armand de las Cuevas, Jean Francoise Bernard, Luc Leblanc, Richard Virenque, Laurent Brochard... o mucho más recientemente Christophe Moreau, Thomas Voeckler, Sylvain Chavanel... Independientemente de sus características, todos, en algún momento, han sido señalados por una afición que añora un hombre Tour. Moreau quizá haya sido el más destacado. Cuestión de gustos.

En esa lista, que si uno se pone a repasar acaba siendo casi interminable, también sonó en su momento Cyril Dessel, un ciclista veterano (nació en 1974) que llegó a lucir el jersey amarillo en el Tour 2006 y acabó sexto en la general. Desde entonces no le ha ido mal al, actualmente, corredor del AG2R. En 2008 ya logró una interesante victoria en la Volta a Catalunya y este jueves logró imponerse en solitario en la cuarta etapa del Criterium del Dauphiné Libéré, 193 kilómetros entre Vienne y Annemasse en los apareció la primera montaña de entidad: el Mont Saleve.

Dessel se puso en cabeza en las rampas al Saleve, donde superó a Pierre Roland (Credit Agricole), el penúltimo integrante de una fuga de 16 corredores que se desintegró en las rampas de este interesante puerto de montaña y en donde estaban Óscar Pereiro (Caisse d'Epargne), David de la Fuente (Saunier Duval-Scott) -nuevo líder de la montaña-, Juanjo Oroz (Euskaltel-Euskadi). Coronó en solitario y afrontó un descenso técnico, con algún susto incluido, que le permitieron anotarse la etapa y saltar hasta la cuarta plaza en la general provisional, a algo más de un minuto de Alejandro Valverde. Leipheimer y Evans siguen segundo y tercero en la clasificación.

Por detrás, a tres minutos, Valverde afrontaba sin apuros la ascensión, protegido por su equipo y con el comodín de Pereiro por delante, y lograba entrar en meta con su jersey amarillo intacto. Si hubo algún apuro, fue en la bajada. El Silence-Lotto y el Euskaltel pusieron un ritmo rápido al son de las curvas. No hubo sorpresas al estilo Di Luca en el pasado Giro.

Este viernes, el Dauphiné llega a Morzine en una etapa corta, apenas de 125 kilómetros, pero dura: el Joux Plane (1.700 m), diez kilómetros al 10%, será una nueva prueba para el liderato del murciano en su carrera por llegar al Tour con opciones de asaltar el podio final.