Visiblemente irritado, Totti se giró y lanzó un primer vaffanculo al árbitro en sus mismas narices, un segundo cuando pasaba a su lado y, el último, dándose la vuelta una vez que ya se había alejado.

Los dirigentes del Udinese consideraron, como era lógico, que el capitán romanista tenía que haber sido expulsado. Pero horas después de acabar el partido, Totti telefoneó al ex colegiado y actual designador arbitral italiano, Pierluigi Collina, para explicarle que los insultos se produjeron como una reacción debida a la tensión.

Totti reconoce que se equivocó

"Me he equivocado", dijo Totti, quien explicó que se había dejado llevar por el momento combativo del partido y por el delicado momento que estaba atravesando el equipo.

Así, reconoció que había ido "más allá de lo que deberían haber sido las protestas por la ocasión perdida, faltando al respeto al árbitro, a mis compañeros de equipo, a nuestros seguidores y al público presente", en el estadio.

El delantero aseguró que sentía la necesidad de "pedir perdón de manera pública al señor Rizzoli, tanto como persona, como representante del cuerpo arbitral, que cada domingo desarrolla de manera profesional su trabajo".