A medida que avanzan los playoff, los Lakers van encontrando mayores dificultades. En la final de la Conferencia Oeste que empieza esta próxima madrugada, Gasol y compañia se enfrentan a un obstáculo notable: los San Antonio Spurs del dominante Tim Duncan, el inteligente Tony Parker y el talentoso Manu Ginóbili.

San Antonio es el actual campeón de la NBA, el equipo al que nadie quiere enfrentarse, un conjunto que está mejorando sus prestaciones en cada partido: en la semifinales del Oeste derrotó a los Hornets de Nueva Orleans a domicilio en un vibrante séptimo partido y fue capaz de remontar un 2-0 con que el los de Nueva Orlean abrieron la serie.

Los Spurs son un equipo rocoso, sin fisuras. Cuenta con una plantilla muy compensada y muy experimentada que ha ido creciendo de la mano de su entrenador, Greg Popovich, todo un estratega que ha construido un grupo con la única idea de ganar.

Un estilo efectivo

Tienen un estilo muy reconocible, signo distintivo de todo un campeón. Basa su juego en la defensa y en un ritmo lento: le gusta controlar los partidos. Pero al mismo tiempo destaca por su dureza. Es un equipo que sabe bregarse, que se crece cuando empiezan los hostilidades. En esa faceta destaca, Bruce Bowen, posiblemente el jugador más leñero y sucio de toda la NBA.

Bowen forma junto a Oberto, Horry y Udoka un grupo de jugadores curtidos que asumen el rol de especialistas y de fieles escuderos de las tres estrellas (Duncan, Parker y Ginóbili).

La eliminatoria contra los Lakers se presentan incierta y muy igualada. Promete ser un gran espectáculo. Desde 1999 los dos equipos se han enfrentado cinco veces en unos playoff. Tres veces ganaron los Lakers (2001, 2002 y 2004) y dos los Spurs (1999 y 2003).

La igualdad ha presidido también los enfrentamientos de esta temporada. Cuatro partidos, dos victorias para cada uno: siempre ganó el equipo de casa, además con cierta claridad.