Modric es un caso

Luka Modric protege una pelota de James Milner en la final de la Champions.
Luka Modric protege una pelota de James Milner en la final de la Champions.
EFE
Luka Modric protege una pelota de James Milner en la final de la Champions.

Poco después de conquistar la tercera Champions consecutiva con el Real Madrid, Luka Modric pensó que lo mejor sería abandonar este verano el club blanco. Lo que ocurrió a partir de ese momento no ha hecho más que acrecentar esa idea. El impresionante Mundial de Croacia y su indiscutible liderazgo en ese éxito ha disparado su valor. Para muchos, Modric es el gran favorito para ganar el premio 'The Best' que otorga la FIFA, no así el Balón de Oro, que apunta a Griezmann, por volver a recaer la votación en los periodistas designados por France Football.

Luka tiene claro que está ante el último gran contrato de su vida. El año que viene su caché, pase lo que pase, ya no será el mismo, después de su grandioso Mundial. El interés por hacerse con sus servicios está disparado.

No quiere ser desagradecido con el Madrid porque sabe que le ha dado muchísimo a nivel individual y de palmarés, pero siente que el cariño que le ha dispensado la grada no ha tenido correspondencia en su salario. Su contrato está a una distancia demasiado importante del de Gareth Bale, cobrando poco más de la mitad que el galés.

Cuando sus agentes han tocado la puerta del club para pedir revisión se les ha hablado de que no era el momento. Modric no entiende que se le aplique la receta de la austeridad y a la vez se paguen 80 millones por dos perlas brasileñas, en lugar de cuidar a los que han contribuido de manera decisiva a llevar al Madrid a las más altas cotas de su historia.

Para tener visión panorámica del caso Modric no se puede olvidar sus problemas judiciales en su país con el llamado 'caso Mamic', así como sus problemas con la Hacienda española, a la que pagó un millón de euros el pasado mes de enero para evitar la cárcel, según adelantó El Mundo.

El silencio de Luka durante todo este proceso ha sido tan demoledor que sorprende. Mientras, desde Italia se iba hinchando el globo del Inter, el jugador ha admitido el juego. En su lógica, el Madrid debería comprender su deseo y facilitarle su marcha, como ha hecho en otros casos de jugadores que superaban la treintena.

El club blanco no se plantea en ningún escenario desprenderse de su brújula. Florentino ha sido taxativo al respecto, remitiendo a su cláusula de 750 millones y analizando demandar al Inter por plantearle una operación que desde el Madrid entienden como dopaje financiero. Primero, el movimiento le ha descolocado y luego le ha indignado.

El jugador se incorpora por fin a los entrenamientos y habrá que ver hasta dónde es capaz de llevar el pulso. En su entorno aseguran que no busca una subida de su contrato, sino que su deseo de marcharse es auténtico. En el Madrid entienden que puede que haya que hacer un esfuerzo para tenerle contento, pero siempre desde la concordia y no desde el chantaje, que el club no va a aceptar bajo ningún concepto.

Entre lo que se olió Zidane y lo que se ha encontrado Julen, con la salida de Cristiano, la llegada de Courtois, el desenlace del caso Kovacic o la ausencia de fichajes de relumbrón, el caso Modric alcanza su punto álgido en el verano más increíble de la historia reciente del club blanco.

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