El Sevilla entra en el selecto club de tricampeones de Europa

El portero del Sevilla Beto besa el trofeo tras la victoria del equipo ante el Benfica en el partido por la final de la Liga Europa.
El portero del Sevilla Beto besa el trofeo tras la victoria del equipo ante el Benfica en el partido por la final de la Liga Europa.
EFE
El portero del Sevilla Beto besa el trofeo tras la victoria del equipo ante el Benfica en el partido por la final de la Liga Europa.

El Sevilla, merced a su victoria en la tanda de penaltis ante el Benfica de Lisboa en la final de la Liga Europa que se disputó anoche en el Juventus Stadium de Turín, ha entrado en el selecto club de equipos que han conseguido este torneo en tres ocasiones.

Hasta anoche, tres grandes de Europa, como los italianos Inter de Milán y Juventus de Turín y Liverpool inglés, eran los que acumulaban en su palmarés tres trofeos de campeón de la segunda competición continental de clubes, pero después de que el delantero francés Kevin Gameiro batiera al meta esloveno Jan Oblak en el lanzamiento decisivo, el Sevilla se une a este grupo ahora de cuatro tricampeones.

Hito que engrandece la historia reciente del club hispalense, que con la entrada del siglo XXI se ha ganado un nombre en el fútbol europeo después de que lograra la entonces denominada Copa de la UEFA de la edición de 2006 ante el Middlesbrough ingles con un rotundo 4-0 logrado en Eindhoven (Holanda) y que al año siguiente superara al Espanyol en la ciudad escocesa de Glasgow tras acabar el partido y la prórroga con empate a dos y que en los penaltis el valenciano Andrés Palop se convirtiera en el héroe con sus paradas.

En Turín estuvo Palop como un aficionado más y, una vez retirado del fútbol como jugador profesional, le ha dado el relevo al portugués Antonio Alberto Bastos 'Beto', quien con sus decisivas intervenciones durante el partido para evitar que el Benfica desnivelara el marcador, como con sus paradas en dos lanzamientos en la tanda de penaltis, fue el gran artífice de que el Sevilla viaje hoy con el trofeo a la capital andaluza.

Además, la racha de plenos sevillistas en finales no para, pues ha ganado todas a las que ha llegado, ya que también ha conseguido el título en las dos ediciones que en este período ha llegado al último partido de la Copa del Rey, al superar al Getafe 1-0 en el estadio Santiago Bernebéu en 2007 y al Atlético de Madrid en 2010 en el Camp Nou por 2-0.

Ha ello hay que sumar que fue campeón de la Supercopa de Europa en Mónaco en 2006 ante el Barcelona y de la Supercopa de España de 2007 ante el Real Madrid.

Cuestión de fe

En el partido de anoche, el Sevilla estuvo casi siempre a merced del rival, que gozó de grandes ocasiones durante todo el partido para haber desequilibrado la balanza, pero la fe, la competitividad y el sacrificio de los del técnico guipuzcoano Unai Emery dieron para llegar vivos a la tanda de penaltis y además ser muy efectivo, puesto que metieron los cuatro primeros y el croata Iván Raquitic, designado por la UEFA como el mejor de la final, no tuvo ni que lanzar el quinto después de que Beto ya hubiera hecho su labor.

La cruz de la moneda es el Benfica, que buscaba ajustar cuentas después de caer contra el Chelsea en la final del año pasado disputada en Amsterdam y que en ésta partía como favorito después de haber eliminado a equipos como el Tottenham inglés o al propio club anfitrión del partido de anoche, la Juventus de Turín.

En la temporada anterior, los lisboetas entraron en mayo con la opción de ganar tres títulos, pero acabaron sin ninguno, mientras que en ésta se han proclamado campeones con autoridad de la Liga y la Copa de la Liga y el próximo domingo tienen la oportunidad de ganar la Copa de Portugal.

Otra cosa es el gran campeón luso cuando lucha en el continente, pues anoche disputó su décima final europea y sólo ganó las dos primeras, la entonces denominada Copa de Europa de las ediciones 1961 y 1962, en las que se impuso al FC Barcelona y Real Madrid, respectivamente.

Tras ese gran último triunfo continental europeo ante los madridistas, el entonces entrenador del equipo lisboeta, el húngaro Béla Guttman, no siguió en el banquillo por discrepancias con los dirigentes y afirmó que el Benfica no volvería a ser campeón europeo sin él.

Una maldición que desde entonces se cumple, pues el equipo ha salido derrotado en las ocho finales continentales que ha disputado: en la Copa de Europa de 1963 y 1990 (las dos ante el AC Milan), en la de 1965 (Inter de Milán), 1968 (Manchester United) y 1988 (PSV Eindhoven); en la Copa de la UEFA de 1983 ante el Anderlecht belga y en la Liga Europa ante el Chelsea en 2013 y ante el Sevilla en 2014.

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