[Seminci 2018] ‘La chute de l’empire américain’: Cine de evasión (fiscal)

Denys Arcand (‘Las invasiones bárbaras’) desata carcajadas en el festival de Valladolid con una comedia de atracadores
[Seminci 2018] ‘La chute de l’empire américain’: Cine de evasión (fiscal)
[Seminci 2018] ‘La chute de l’empire américain’: Cine de evasión (fiscal)
[Seminci 2018] ‘La chute de l’empire américain’: Cine de evasión (fiscal)

Una noticia buena y otra mala. Los cines de Valladolid durante la Seminci están siempre llenos. La mala es que, al no haber casi gente joven, no sabemos hasta cuándo. Ayer la sala de La chute de l’empire américain, el teatro Carrión, estaba a rebosar, tal vez porque su director, Denys Arcand es un viejo amigo del festival pucelano. El director de Las invasiones bárbaras ya estuvo aquí con la película con la que ganó el Oscar –se llevó el Premio del Público– y más tarde también con El declive del imperio americano, así que era de esperar que cerrase esta suerte trilogía presentando la última de las tres películas en Valladolid.

[Seminci 2018] ‘La chute de l’empire américain’: Cine de evasión (fiscal)

La chute de l’empire américain es una sátira sobre los atracos “políticamente correctos”. Sus protagonistas, liderados por un doctor en filosofía que trabaja de mensajero porque cobra más que de profesor (Alexandre Landry), forman la banda de atracadores más improbable de la historia del cine: una escort de lujo redimida por el amor (Maripier Morin) y un expresidiario recién salido de la cárcel por blanqueo de dinero (Rémy Girard). Cuando el primero cae por casualidad en medio de un atraco y consigue escabullirse de la policía con los millones de una banda de mafiosos acuden a un experto en paraísos fiscales para esconder el dinero en Suiza.

Denys Arcand, siempre con un ojo puesto en la pérdida de valores del mundo capitalista, critica en La chute de l’empire américain a ese sistema que hace la vista gorda con los crímenes de los poderosos, al entramado de vacíos legales que permite mover cuantiosas sumas de dinero por el globo terráqueo hasta hacerlas desaparecer. Con esta fábula robinhoodesca con citas a Wittgenstein y al imperativo kantiano, Denys Arcand demuestra que sigue conservando ese don suyo para hacernos reír de lo que no tiene ni puñetera gracia.

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