Cuatro grandes grúas han completado el descenso del arco del viejo campo de San Mamés desde la cubierta de la tribuna principal al antiguo terreno de juego del estadio que está siendo demolido para hacer sitio a uno más grande y más moderno, buena parte del cual ya está construido en los aledaños.

Si todo el derribo en sí está siendo emotivo para los aficionados del Athletic y para los ciudadanos bilbaínos y vizcaínos, quizás la retirada del emblemático arco sea unos de sus momentos culminantes de las obras de derribo, junto al inicio y el final de las mismas.

Construido sobre un proyecto de los arquitectos Carlos de Miguel, José Antonio Domínguez y Ricardo Magdalena y del ingeniero Carlos Fernández Casado, el arco fue una obra revolucionaria en su época ya que permitía la ausencia de columnas y, en consecuencia, una sensible mejoría en la visibilidad de los espectadores.

Con el paso del tiempo fue convirtiéndose en un símbolo del campo bilbaíno, inaugurado en 2013, por ende del Athletic Club y en una referencia visual de la ciudad de Bilbao.

Sobre las 13.50 horas y después de casi ocho horas de trabajo, las grúas han posado el arco sobre la superficie para proceder a su desmontaje en tres trozos, que serán trasladados a Lezama, donde quedará instalada la estructura.

Las tareas para bajar el arco se han llevado a cabo en medio de una gran expectación, especialmente por detrás del fondo norte del campo, justo entre la entrada de la Escuela de Ingenieros, otra institución histórica de la capital vizcaína, y el nuevo edificio de la Universidad del País Vasco.

La fotografía del momento no dejaba de ser curiosa, ya que unía en un mismo campo visual el Bilbao de las últimas décadas y del Bilbao del inmediato futuro. Por un lado, el viejo campo de San Mamés ya a punto de ser demolido y el edificio de la Escuela de Ingenieros; y, por otro, el nuevo San Mamés y el nuevo edificio de la UPV destinado a diversas ingenierías técnicas.