Le ha costado, pero Ronaldinho está volviendo a ser el futbolista desequilibrante que se convirtió en el mejor jugador del mundo. Ayer recuperó la sonrisa y rompió el partido contra el Glasgow Rangers.
A los seis minutos, el brasileño, apostado en la izquierda, mandó un pase teledirigido al lado contrario, a la cabeza de Messi, quien puso el balón para que Henry marcara. El gol adormeció a los culés, pero en el 43, Ronaldinho tiró una pared con Messi y el punterazo del 10 lo rechazó McGregor para que el argentino anotara el segundo.
El Barça se conformó y se abandonó a la inercia el resto del encuentro.
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