¿Cuántos récords le quedan por batir al ser humano?

Eliud Kipchoge, llegando a la meta en el maratón de Berlín de 2018.
Eliud Kipchoge, llegando a la meta en el maratón de Berlín de 2018.
EFE
Eliud Kipchoge, llegando a la meta en el maratón de Berlín de 2018.

Durante casi un cuarto de siglo, los aficionados al deporte vivieron pensando que las generaciones venideras se quedarían sin ver un vuelo como el de Bob Beamon en los Juegos Olímpicos de México 68. Dentro de un mes exactamente, el 18 octubre, se cumplirá medio siglo de aquel salto de 8,90 metros. Beamon no sólo mejoró en más de medio metro la anterior marca, sino que hizo presagiar que nadie podría saltar nunca más allá. Veintitres años después, Mike Powell dio un paso más y dejó el récord del mundo en 8,95. Han pasado ya otros 27 años. El registro sigue en pie, durante más tiempo incluso de lo que estuvo el de Beamon, y nadie se le acerca. Como en la época de Beamon, pensamos: ¿será que Powell alcanzó el límite del ser humano?

Este fin de semana, dos récords han asombrado al mundo: el del keniano Eliud Kipchoge en maratón y el del francés Kevin Mayer en decatlón. Ambos han pulverizado además las anteriores plusmarcas. Mayer sumó 9.126 puntos, 81 más que el estadounidense Ashton Eaton en 2015.

Kipchoge marcó 2:01:39 en Berlín, un minuto y 18 segundos más rápido que su compatriota Dennis Kipruto Kimetto, que batió el récord en el mismo trazado cuatro años antes. Por tanto, el nuevo récord no puede explicarse por factores externos. Kipchoge tiene experiencia en esto último, pues en 2017 estuvo a cerca de bajar de las dos horas en una prueba organizada ‘ex profeso’ por Nike en el circuito de Monza, zapatillas de última generación incluidas. Las mismas con las que corrió en Berlín.

"Creo que ningún ser humano tiene límites. Todo es posible y los récords están para batirlos", dijo Kipchoge tras su gesta, colando de paso una promo: "Superar esa barrera [de las dos horas] no es ninguna ciencia, simplemente tienes que creer en ello, necesitas un gran equipo que crea en ello y en ti, necesitas las zapatillas perfectas y necesitas ser más fuerte que cualquier otro atleta".

Tecnología y dopaje

Existen elementos externos que ayudan al deportista y no existían décadas atrás. Mejores materiales, fabricados a medida, aunque siempre vigilados por las autoridades. El ejemplo más claro con los bañadores milagrosos que revolucionaron la natación de la pasada década y trajeron un aluvión de récords, posteriormente anulados.

A la inversa, y siguiendo con los factores externos, hay récords que sobreviven. En este caso, la ventaja correspondió a quienes se aprovecharon del dopaje, ya fuera bajo control estatal (especialmente en la Europa del Este durante los años ochenta) o de médicos que llevaban varios de ventaja a las autoridades.

En categoría masculina, los dos récords más antiguos al aire libre datan de 1986. Corresponden al alemán Jürgen Schult (disco), entonces en la RDA, y al ucraniano Yuri Sedyj (martillo), entonces en la URSS. Son los dos únicos récords de aquella época que sobreviven entre las disciplinas olímpicas masculinas.

En las femeninas, al contrario, los récords ochenteros son mayoría, casi todos en poder de atletas del este de Europa. Entre ellos hay tres de la URSS y dos de la RDA. También tres de Estados Unidos, y dos de ellos en poder de la fallecida Florence Griffith, a cuyos registros en 100 y 200 metros nadie sueña siquiera con acercarse hoy.

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