El Real Madrid firma su sexto triunfo consecutivo

El Real Madrid obtuvo su sexto triunfo consecutivo en Liga guiado por un genial José María Gutiérrez "Guti", en el día en el que regresó el capitán, Raúl González, ante un Alavés superado antes de saltar al terreno de juego por inexplicables decisiones.
Raúl, del R.Madrid, se escapa de Mehdi Lacen, del Alavés (Foto: Efe)
Raúl, del R.Madrid, se escapa de Mehdi Lacen, del Alavés (Foto: Efe)
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Raúl, del R.Madrid, se escapa de Mehdi Lacen, del Alavés (Foto: Efe)

Llegaba la plantilla del Alavés al Bernabéu conmocionada. Jugadores impactados por la caprichosa opinión de Dimitri Piterman, que decidió salir al suicido ante un Real Madrid lanzado por el espíritu copero.

Cumplió su amenaza de ubicar a tres delanteros en el equipo titular, decisión con la que no estaba de acuerdo Juan Carlos Oliva, técnico al que defendían con rotundidad los últimos resultados y que abandonó con la cabeza alta, dejando a su equipo ante un inquieto presente.

Ante tantas facilidades y empujado por una espiral de optimismo instalada en la afición madridista (nunca una eliminación copera tuvo un saldo tan positivo), bastaron once minutos para que el Real Madrid pasará como un rodillo sobre un desbordado Alavés.

Dio igual el extraño experimento de un técnico, Juan Ramón López Caro, que había devuelto la coherencia táctica a su equipo y que ubicaba a un jugador polivalente, hasta cierto punto, como Diogo en el puesto de mediocentro destructivo.

Estaba Guti, llegado de otra galaxia, para solventar las limitaciones de su compañero, construir un fútbol vistoso, dejar detalles técnicos al alcance de pocos y servir pases de gol que levantaron al público de su asiento.

Un zurdazo ajustado del jugador que ha asumido con brillantez y una inédita madurez el brazalete de capitán, durante la ausencia de Raúl, abría el marcador cuando se cumplía el minuto seis de partido.

La efectividad del demoledor inicio de semifinales de Copa ante el Real Zaragoza se repetía y en el once Guti se sacaba de la chistera un pase mágico que Baptista acrecentaba con una perfecta chilena que se estrellaba en el poste, pero aprovechaba Robinho para, a placer, sentenciar el partido.

Las rotaciones de López Caro daban el resultado buscado y con el marcador decantado comenzaba a planear por el Bernabéu el decisivo partido del próximo martes ante el Arsenal en los octavos de Liga de Campeones.

Con todo de color blanco, dueño total del partido, hasta Iker Casillas se sumaba la fiesta con su habitual parada salvadora y las ovaciones se extendían para Baptista, todo corazón, que nuevamente se vació pero no cortó su preocupante sequía goleadora en Liga.

Tras toparse con el poste desaprovechó dos claras ocasiones más antes del descanso.

En la reanudación, el Alavés mostró más orgullo y ayudado por una mejor ubicación en el terreno y el fútbol control de un Real Madrid que pensaba en ahorrar fuerzas, estiró líneas y pasó menos apuros.

No dio tiempo a que el frío climatológico que reinaba en la capital se instalará sobre el tapete porque Raúl salió a calentar y en el minuto 66 obraba el milagro de su recuperación.

Su esfuerzo e incansable trabajo en la sombra obtuvo la cerrada ovación del Bernabéu noventa y un días después de caer lesionado ante el Barcelona.

Jugó sus primeros minutos para ir cogiendo ritmo en un equipo que nada tiene que ver con el que dejó. Unido, con un rigor táctico y metido en la lucha por la Liga y Liga de Campeones.

El Alavés cerraba el partido marrando claras ocasiones y Cicinho ponía la guinda con el tercer gol de la tarde y en un ambiente de fiesta el único punto negro, además de lo que pasase por la mente de Iván Helguera con Luis Aragonés en el palco, lo protagonizó un apático Ronaldo, silbado por su afición cuando fue sustituido, tras una hora apagado en el campo, sin realizar ni un sólo remate a portería ni participar en el juego.

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