Pese a la contundencia de la victoria ante Tomas Berdych, conviene tener prudencia. Rafa volvió a jugar un partido de individuales más de dos meses y medio después de que cayera en Shangái ante Viktor Troicki en segunda ronda y decidiera parar para recuperarse plenamente de su lesión de muñeca, esa que le estuvo dando quebraderos de cabeza durante toda la temporada. Y las sensaciones no pudieron ser mejores, pero no hay que caer en la euforia desmedida.

El balear tiene ya 30 años y lleva dos seguidos sin ganar un Grand Slam. Pese a ello, la esperanza de ver la mejor versión de Rafa Nadal nunca se pierde. Sin ir más lejos, Andy Murray está exhibiendo su mejor momento de forma ahora, a los 29 años. ¿Por qué no puede suceder lo mismo con el español?

La gran novedad para el año 2017 es la incorporación al equipo técnico de Carlos Moyá. Ídolo e íntimo amigo de Rafa, su llegada supone un soplo de aire fresco a un grupo caracterizado por el inmovilismo, siempre con la figura de su tío Toni, el que le ayudó a conseguir sus innumerables éxitos, a la cabeza.

"Cuando supe que Carlos había terminado su relación con Raonic lo llamé para saber si podría incorporarse a nuestro proyecto. Carlos siempre ha sido una persona muy especial para nosotros. Rafael siempre le ha tenido mucho aprecio y una gran consideración de cuando jugaba y fue número 1. Era el mejor momento para que se uniera al equipo", dijo Toni Nadal sobre la incorporación del mallorquín hace dos semanas.

Y Nadal también se muestra entusiasmado. "Es una ilusión grande tener a alguien como Carlos que es, además de un gran amigo, una persona muy importante en mi carrera. Estará conmigo en los entrenamientos y en la competición". Un cambio que no ha podido arrancar de mejor manera.

La temporada de Rafa Nadal comienza pronto, pues participará en el torneo de Brisbane que arranca el 1  de enero. Le debe servir como preparación para el primer reto de la temporada, el primer Grand Slam de la temporada en Australia.

Es el Grand Slam que menos veces ha ganado, pues solo logró la victoria en tierras australianos en 2009 y el año pasado fue eliminado por Verdasco en la primera ronda.

Un buen resultado en el torneo aussie será importante de cara, sobre todo, a coger confianza de cara a lo que le quedará de temporada.

El compromiso de Nadal con el equipo español es incuestionable, pero los años pasan y los problemas físicos del balear le han hecho renunciar en más de una ocasión.

España quiere volver a reinar en el tenis mundial, algo que no hace desde 2011, y el camino empieza con un duro cruce ante Croacia el 3 de febrero.

En marzo, Nadal disputará dos Masters 1.000 en terreno estadounidense. Mientras que Indian Wells ya lo ha ganado en dos ocasiones, Miami es de los pocos torneos prestigiosos que le quedan por ganar al balear.

Es la superficie en la que es el rey indiscutible, en la que es el mejor jugador de la historia.

El 16 de abril arranca el Masters 1.000 de Montecarlo (buscará su décima victoria allí), después abordará dos torneos en España (el Godó el 24 de abril y Madrid el 7 de mayo) y finalmente tendrá Roma el 14 de mayo, torneo que ya ha ganado en siete ocasiones.

Es el torneo fetiche de Rafa, y nadie ha ganado en la tierra de París más veces que él. Buscará levantar su décimo Roland Garros ante un público galo que hace tiempo que se rindió ante el talento del español.

Hace años que la hierba de Wimbledon se le atraganta al manacorense. Ganó en 2008 en aquella inolvidable final ante Federer, repitió en 2010 y cayó en la final de 2011. Desde entonces, Rafa siempre ha obtenido malos resultados.

El final de temporada, con pistas muy rápidas, suele ser complicado para el tenista español. En agosto, afrontará una gira por Norteamérica (Canadá el 7 de agosto y Cincinnati el 13) para finalizar con el Abierto de Estados Unidos, que da comienzo el 28 de agosto.

Nunca ha logrado ganar el torneo que mide a las ocho mejores raquetas del mundo, y solo ha jugado la final dos veces.