El antiguo Force India ha renacido desde sus cenizas bajo el nombre de Racing Point, pero el alma sigue siendo la misma. El antiguo equipo indio ha mantenido a uno de sus pilotos, Sergio Pérez, y ha incorporado a Lance Stroll, cuyo máximo argumento para seguir en Fórmula 1 es que su padre es el líder del grupo inversor que salvó la escudería tras el 'pufo' que dejó el millonario Vijay Mallya. Después de dos años en cuarta posición en el Mundial, cayeron a la 7ª en el 2018 en el que estuvieron a punto de desaparecer.

'Checo' ha demostrado una capacidad de resiliencia al alcance de muy pocos. Pasó por McLaren al final de la época con Mercedes tras brillar en Sauber y acabó en Force India, equipo al que denunció para forzar su venta. Ahora, con los nuevos responsables, sueña con repetir un podio al que sólo ha faltado en tres de las ocho temporadas que lleva en Fórmula 1. Su principal valor: su capacidad casi legendaria de gestionar los neumáticos en condiciones muy difíciles. Stroll no será rival para él.

El perfecto ejemplo de piloto de pago, su carrera deportiva se ha basado en la aportación económica de su padre que le ha ido abriendo puertas en las diferentes categorías del automovilismo. El canadiense se abrió paso en la F3 europea hasta ganarlo con autoridad en la potente estructura Prema, para dar el salto a Williams en 2017. En el GP de Azerbaiyán se encontró con un podio que ni él mismo creía. El año pasado, como el ruso Sergey Sirotkin, se vio lastrado por un equipo en horas muy bajas (a lo que él mismo también contribuyó con fallos graves de pilotaje). Cuando su padre se hizo con las riendas del antiguo Force India, su aterrizaje era cuestión de tiempo. Mucho que demostrar.