El gol que anotó Cesc Fábregas en la tanda de penaltis ante el meta italiano Buffon en los cuartos de final de la Eurocopa de 2008 cambió algo más que una supuesta maldición. Supuso un giro de 360 grados para el fútbol español. La confirmación de que se había producido un cambio de mentalidad.

"El jugador español ya ha aprendido a competir", decía ufano el ex seleccionador nacional Luis Aragonés. La conquista final del título continental puso de manifiesto la importancia de uno de los factores que ayudaron al crecimiento del futbolista español: la emigración. "Salir fuera y competir en otras ligas nos ha venido muy bien", opinó Aragonés.

El fenómeno, que tuvo en Luis Suárez, único Balón de Oro del balompié nacional (1960), a uno de sus pioneros con su traspaso del Barcelona al Inter en 1961, ha fortalecido mucho a nuestro fútbol, que el pasado verano en Sudáfrica conquistó por primera vez la Copa del Mundo.

Pepe Reina (Liverpool), Xabi Alonso (Liverpool), Cesc (Arsenal), Gerard Piqué (Manchester United), Álvaro Arbeloa (Liverpool), Fernando Torres (Liverpool) y Carlos Marchena (Benfica) son los siete campeones del mundo que han probado fortuna fuera de nuestras fronteras, camino que también ha seguido ahora David Silva.

Grecia, segunda patria

Lejos de los grandes nombres que acaparan los titulares, en la actualidad hay más de 100 jugadores de nuestro país que juegan en el extranjero. Su principal destino es el fútbol griego, donde hay un total de 22, entre ellos, Albert Riera, Raúl Bravo o Luis García. La potente Premier inglesa, con 18 jugadores, es el segundo destino preferido por los nuestros. Especialmente significativa ha sido la llegada durante el verano de españoles al fútbol alemán. Sólo hay tres, y los tres en el Schalke 04:_Raúl González, José Manuel Jurado y Sergio Escudero. Como destinos más inusuales podemos señalar Malta, Bulgaria, Chipre, Hungría o Armenia.