El lituano Ramunas Navardauskas (Garmin-Sharp), un ciclista con residencia habitual en Oliva (Valencia), ganó la segunda etapa del Tour de Romandía, con meta en Grandes, después de demostrar los réditos que se pueden sacar con la pillería. Dos ciclistas del BMC (en el fondo, marca suiza e integrante de un conglometado industrial de un próspero suizo de nombre Andy Rhis) marcaban un ritmo tan alto que, en la última curva hacia la izquierda, acabaron generando un pequeño corte de no más de cinco ciclistas. Mínimo. Pero suficiente.

Se dio cuenta de la circunstancia Navardauskas, que arrancó en la última recta con tanta potencia que sorprendió a todos. Intentó reaccionar el italiano Enrico Gasparotto (porque su Astaná había controlado mucho y bien en las postrimerías) y se sumó a la fiesta, bien colocado, el belga Gianni Meersman, el ganador del miércoles. Ni uno ni otro pudieron neutralizar el tremendo empuje del lituano.

Su pillería, la de un ciclista que lleva sumando éxitos en las cuatro últimas temporadas, fue de lo mejor de una jornada en la que el alto de Olagne, de tercera categoría, y ubicado a 17,5 kilómetros de la meta, desencadenó varios ataques pero ninguno llegó a buen puerto. Se movieron los franceses Pinot (Française) y Rolland (Europcar), el croata Kiserlovski (RadioShack) e incluso tímidamente también Alejandro Valverde. El último, protagonizado por un cuarteto con el vasco Mikel Astarloza al terminar el descenso, murió a kilómetro y medio de la llegada.

El británico Chris Froome (Sky) llegó en el grupo delantero junto al resto de los favoritos y mantuvo el jersey de líder, con seis segundos de ventaja sobre el estadounidense Andrew Talansky. El equipo Movistar trabajó a fondo para mantener las opciones de Ruiz Costa, quinto en la general a 16 segundos de Froome, y de Alejandro Valverde, octavo a 17.