Tras el encuentro de octavos del Abierto de los Estados Unidos, que ganó al francés Gael Monfils, Rafa Nadal fue abordado por un aficionado que saltó de la grada y que posteriormente fue reducido por las fuerzas de seguridad (puedes verlo en el vídeo superior, en el segundo 58).

Al término del choque, el espectador saltó a la cancha del Arthur Ashe Stadium y, según el propio Rafa, le abrazó, le dio un beso y "me dijo 'te quiero'. En inglés, pero eso lo entiendo".

Varios miembros de la policía le redujeron y posteriormente le arrestaron. Quedó retenido en las afueras de las instalaciones.

Fallos de seguridad en los torneos

Aunque lo de Nadal no ha sobrepasado lo anecdótico, resulta preocupante el hecho de que un aficionado pueda saltar sin más a la cancha, y más teniendo en cuenta los precedentes que pudieron acabar en tragedia.

El caso más conocido se remonta a 1993, cuando en el torneo de Hamburgo, el alemán Guenter Parche, un aficionado fanático de Steffi Graf, apuñaló por la espalda a Monica Seles durante el descanso de un partido. No soportaba que la estadounidense, ganadora entonces de siete de los últimos ocho Grand Slams disputados, le arrebatara el número uno del mundo a la alemana. Pasaron dos años y cuatro meses hasta que Seles se vio con ánimo de volver a jugar.

Martina Hingis también tuvo algún fan acosador. En 1998, un seguidor de la suiza provocó que se desplegara un gran dispositivo de seguridad en el Abierto de Australia para velar por la integridad de la joven, que pasó toda la temporada anterior recibiendo flores, regalos y cartas de un arquitecto que seguía sus pasos por todo el mundo y se hospedaba en los mismos hoteles que la tenista.

Acosadores fuera de la pista

En un momento poco apropiado le declararon a la tenista india Sania Mirza su amor dos jóvenes. La noche anterior a su boda con el actor Shahid Kapoor, Mohammed Ashraf, un estudiante de ingeniería, fue retenido por la policía justo antes de entrar en la casa mientras gritaba que Sania no se casaba con él se iba a suicidar. Otro joven, Ajay Singhcon, consiguió entrar, pero también le paró los pies la Policía.

Como no podía ser de otra manera, Ana Kournikova también tuvo su acosador. Se llamaba William y la bombardeó con cientos de cartas y correos electrónicos de contenido sexual, se tatuó su nombre y la siguió durante meses por distintas ciudades de Estados Unidos. Hubo juicio y tiene una orden de alejamiento.

Otras tenistas que son muy seguidas de cerca por los vigilantes de seguridad son Maria Sharapova y las hermanas Williams (hace siete años, un alemán fue detenido en Londres por acosar a Serena).