A juzgar por su rostro, Antoine Griezmann fue el primer sorprendido cuando el cuarto árbitro mostró en la tablilla su dorsal, el ‘7’. El primero y, posiblemente, también el mayor. ‘La decisión’, esta vez, no le correspondía a él sino al seleccionador de Francia, Didier Deschamps, que con empate (1-1) ante la más débil Australia prefería prescindir de la estrella del equipo para dar entrada al potente Giroud con veinte minutos aún por delante. La fortuna premió su osadía de Deschamps a diez minutos del final, cuando Pogba marcó el 2-1 en colaboración con el lateral Behich.

Griezmann no brilló en el debut de su selección en el Mundial de Rusia 2018. Apenas intervino, aunque fue objeto del penalti que abrió el marcador, que además se encargó de transformar. Risdon le zancadilleó de una forma que había pasado inadvertida para el árbitro, el uruguayo Andrés Cunha. El VAR le recomendó revisar la jugada y pitó la pena máxima, convertida por Griezmann.

El delantero del Atlético de Madrid alternó posiciones en el ataque, que compartió con dos talentos emergentes como Kylian Mbappé y Ousmane Dembélé. Todos estuvieron muy desconectados, sin recibir buenos balones del mediocampo ni haciendo demasiado por fabricarse sus propias jugadas. Aún así, Deschamps sorprendió a todos al retirar del campo a Griezmann, cuyas cualidades lucen más junto a un delantero de referencia (como Giroud) que como punta de lanza.

En cualquier caso, la victoria de Francia rebajará en los próximos días un debate que habría ocupado muchas páginas en la prensa francesa tras un mal resultado.

Pese a todo, Griezmann fue nombrado jugador más valioso del partido. Él admitió que no había sido su mejor actuación y elevó la autocrítica al equipo en general: "No hemos hecho un gran partido, pero nos llevamos tres puntos importantes. Ahora debemos trabajar y mejorar. Tenemos que empezar a crear automatismos, y eso sólo se hace trabajando en los entrenamientos".