Cristiano Ronaldo, héroe de Portugal con ‘hat trick’ y una falta de antología

Ronaldo transformó el penalti en el 1-0.
Ronaldo transformó el penalti en el 1-0.
EFE
Ronaldo transformó el penalti en el 1-0.

Marcar tres goles es casi un ejercicio rutinario para Cristiano Ronaldo, aunque no tanto en un Mundial. El delantero portugués, que había logrado tres tantos en los tres anteriores (uno en cada uno, de 2006 a 2014), firmó esta vez un triplete de una tacada. Una buena forma de estrenarse en Rusia 2018 y de acabar el día en que se conoció su acuerdo con Hacienda.

Ronaldo se encargó hace tiempo de desmentir a quienes le acusaban de esconderse los días grandes y en los momentos decisivos. Ante España (3-3), rescató a su selección en un momento delicado, cuando el equipo de Fernando Hierro había plasmado en el marcador su superioridad en el campo. Portugal no sabía cómo hincar el diente a España, que amasaba el balón mientras el reloj corría.

El propio Hierro, muy satisfecho con el partido de sus hombres, se rindió al talento del portugués, con el que coincidió en el Real Madrid durante la temporada 2014/15, como asistente de Carlo Ancelotti. “Cuando el rival tiene a Cristiano... poco se puede hacer”, admitió el técnico español. "Ha hecho un partidazo", añadió luego Nacho, ambos en declaraciones a Mediaset.

Dos goles a balón parado

Abrir el marcador fue fácil para Cristiano: tuvo que transformar el penalti que su compañero Nacho cometió sobre él, cuando apenas habían transcurrido dos minutos de juego. El segundo resultó aún más sencillo: de forma inexplicable, David de Gea no fue capaz de blocar su disparo lejano, ni de lejos uno de sus habituales misiles.

La obra maestra de Cristiano Ronaldo ante España fue el 3-3. Piqué, su amigo desde la etapa de ambos en Manchester, le regaló un libre directo muy cerca de la frontal, cuando el delantero estaba de espaldas y sin recursos aparentes para crear peligro. Tampoco desaprovechó esta concesión Cristiano, que aprovechó para desmentir a sus críticos en otro episodio: el de su escasa eficacia en las faltas. Con un lanzamiento fuerte y preciso, superó la barrera y colocó el balón en la escuadra. De Gea ni se inmutó y todas las camisetas rojas corrieron a abrazar al ‘7’.

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