Natural de Bilbao y vecino de Erandio (Vizcaya), Jon Salvador (24-08-1976) ganó el lunes el 10º Maratón del Sáhara , disputado entre los campos de refugiados de Al Ayoun y Smara, en el desierto de Argelia, entre dunas de arena y piedra a 30 grados. En su tercera participación -las dos anteriores fue campeón de la ½ Maratón-, ha marcado el récord de la prueba 2:42.42. Jon es 6 veces campeón del mundo de los Juegos de Policías y Bomberos.

¿Qué sientes tras tu primera victoria en el desierto?

Llevo 25 años corriendo y casi no lo puedo describir, sobre todo, la llegada a Smara, con todos las mujeres, niños y hombres aplaudiendo y animando.

¿Es muy diferente el Maratón del Sáhara a otro maratón?

Sí, en especial, por la gente, que se desvive. En los tres últimos kilómetros estás destrozado, pero ellos te llevan en volandas hasta la meta.

¿Qué ha sido lo más duro?

En el desierto, luchar contra ti mismo. El grupo de cabeza (casi todo formado por argelinos) iba muy deprisa y tenía que decidir si tirar con ellos y suicidarme o llevar mi ritmo. Al final, decidí ir tranquilo y, a partir del kilómetro 25, fui recuperando y pasándoles. A los saharauis y a los argelinos les pierde el corazón y la inexperiencia.

¿Te has preparado de alguna forma especial?

Cada 7 o 10 días hacía una tirada larga de más de dos horas para acostumbrarme al esfuerzo mental y físico que me iba a encontrar en el Sáhara.

¿Has competido con algún material especial?

No. He corrido con las mismas zapatillas de asfalto de siempre. Son muy ligeras y se me podían cargar los gemelos. Además, como son de rejilla, podría entrarme arena y tener que pararme a sacarla. Por suerte, todo ha ido bien.

Después de un maratón, ¿cuál es la parte de tu cuerpo que te duele más?

Por la tensión de esta carrera, los trapecios. También tengo unas ampollas enormes en la planta de los pies. Para recuperarme, esta mañana he salido a correr una hora y media y esta tarde otros 20 minutos.

¿Qué papel juega la mente en un maratón?

En uno normal, el 70% es el entrenamiento y el 30 la mente. En el Sáhara, 50-50. El corredor que tiene una buena cabeza, tiene un gran arma.

¿Es el maratón más especial que has corrido?

Seguro. No he podido dormir en toda la noche de la alegría, esperando a que amaneciera. Y la familia de saharauis en la que estoy alojado estaba tan contenta que me sacó a pasear por Smara, como si fuera un trofeo. De todas formas, se está perdiendo un poco la esencia del Maratón porque se está convirtiendo en una competición en la que la gente sólo viene a ganar, y yo me incluyo.

¿Has tenido que cuidar tu alimentación aquí?

Un poco. Por correr aquí, no he comido camello ni cabra, carnes típicas del Sáhara. Sólo pollo, pero me han hecho arroz, pasta y alubias. Además, me he traído barritas energéticas y hierro.

¿En qué piensas cuando corres?

En 1000 cosas: en ganar la carrera, soluciono mis problemas personales… De todo.

¿Tiene solución el problema del Sáhara Occidental?

Es muy complicado, aunque aquí, por lo menos, la gente no se muere de hambre, gracias a la ayuda internacional. Lo que está claro es que el maratón sin la gente no es nada y la gente sin el maratón, tampoco. ¡Ojalá no tuviéramos que volver ninguno a correr aquí! Significaría que el Sáhara Occidental es libre.

¿Tiene algún parecido el problema del Sáhara con el del País Vasco?

Creo que en Euskadi tienen la misma sensación que aquí de que alguien les está robando su tierra.

¿Has tenido algún problema por ser ertzaina?

No. A mí me toca un pie este tema, pero mi familia lo sufre más.

¿Quién corre más: los policías o los bomberos?

Los policías. Los bomberos pueden ser deportistas más completos, pero, en mi opinión, si quieres ser muy bueno en algo, tienes que centrarte en una sola cosa.

Para alguien que empieza a correr, ¿qué consejo le darías?

Que vaya entrenando poco a poco. El primer día, a mí me valdría con que se pusiera el pantalón corto, las zapatillas y saliera cinco minutos a correr.