Los pájaros cantores de Kepa Arrizabalaga

Kepa Arrizabalaga.
Kepa Arrizabalaga.
Luis Grañena
Kepa Arrizabalaga.

Desde muy niño le llegó a Kepa Arrizabalaga una afición muy propia de los pueblos vizcaínos, como es la de los concursos de pájaros cantores. Consiste en cazar jilgueros, criarlos en tu casa y enseñarlos a cantar. Puede pasar hasta un año hasta comprobar si el jilguero es apto. A los nueve años Kepa ya había ganado su primer concurso: se proclamó campeón de Vizcaya en los años 2008 y 2010. Oker, Rocky y Raikkonen son los nombres de sus tres campeones y los causantes de que en el vestuario del Athletic conozcan al meta de Ondarroa como 'el jilguero'. Aunque la casa de los Arrizabalaga sigue siendo una referencia en el arte de los pájaros cantores, Kepa ha tenido que cambiar las pruebas, los bibleos, los cascabeles, los culios y los adornos por  los guantes, las paradas, las salidas, los mano a mano y las palomitas.

Desde que Marcelo Bielsa le metió con 16 años en la pretemporada del primer equipo entre sus 'cuatro leoncitos', Kepa no ha hecho más que progresar. No eligió el camino más fácil. Tuvo que sobresalir en las porterías de la Ponferradina y del Real Valladolid para demostrar esa categoría que siempre se le intuyó en Lezama. La sombra del 'Chopo' Iribar es demasiado alargada en Bilbao. A cualquier portero con figura espigada, seguro de sí mismo y con la tranquilidad de los grandes se le suele comparar desde muy temprana edad con el portero de mayor mitología en la historia del club. Kepa ha sido de los pocos a los que no les ha pesado esa comparación. Él siempre se fijó en los porteros que juegan adelantados y con los pies, los que mandan a la defensa y corrigen a los compañeros, como una metáfora entre los porteros de ahora y los de antes.

El pasado invierno su posible fichaje por el Real Madrid se convirtió en culebrón. Estuvo a punto de recalar en el club blanco, pero Zinedine Zidane se puso del lado de Keylor Navas y la sensación de no ser estratégico fue una invitación a continuar en el club de su vida. Su cláusula pasó de 20 a 80 millones de euros y firmó hasta 2025, desoyendo los cantos de sirena,  prefiriendo escuchar el cercano sonido de sus pájaros cantores. Pocos dudan de que el futuro de la Selección española es suyo.

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