Lo primero que hicieron todos los jugadores nada más sonar la bocina fue ponerse una cinta semejante a la de los pilotos kamikazes nipones. Lo curioso es que casi todos se la pusieron al revés. Japón, Vigor o Fuerza eran algunos de los lemas de las cintas. Sin embargo, la más explícita de todas era la de Pau Gasol: Número uno, rezaba. Sólo unos minutos después, la organización del mundial le daba la razón al eslogan nombrando al de Sant Boi el mejor jugador de la cita mundialista. Pese a que el último partido lo tuvo que ver con muletas, Gasol se mereció el título y se hizo acreedor a su cinta.
Kamikazes con la cinta al revés
Una vez terminado el partido, el equipo español comenzó una fiesta muy particular, en la que una vez más quedó demostrado el ambiente de compañerismo que reina en este equipo.
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