La judoca cordobesa Julia Figueroa firmó una de las agradables actuaciones españolas en el Abierto de África de este deporte celebrado el pasado fin de semana en Casablanca (Marruecos), donde se reunieron seis medallas. La andaluza, enrolada en un club de Valencia desde hace cuatro años, se colgó la medalla de oro en la categoría -48 kilos.

La dorada es su segunda gran presea internacional, también la más lustrosa, tras el bronce que se colgó en el Gran Premio de Corea, en diciembre. Dos resultados que alimentan su ilusión olímpica. "Hace dos años veía muy lejos el sueño olímpico, pero ahora cada vez lo veo más cerca" comenta la deportista a sus 22 años, 23 el próximo 7 de abril.

Para competir en Río, tiene que acabar entre las 20 primeras de la clasificación. Ella se define en su perfil en la red social Twiiter (@JuliaFigueroaPe): "Cabezona como la que más. Objetivo fijado: olimpiadas".

El oro de Figueroa, sin embargo, es una medalla por amor al arte. O por amor al judo. La cordobesa no disfruta de ninguna beca y para poder competir en Marruecos tuvo que costearse ella misma el desplazamiento. Atrapada por la espiral de los resultados y sus recompensas. "Si no vas, son puntos que no ganas". "La situación económica de la Federación es mala y cada vez reducen más", lamenta.

Sus próximos objetivos se centran en el Gran Slam de París del 8 de febrero, "una de las citas más importantes del calendario", y el Gran Premio de Alemania del 23 del mismo mes.  Posteriormente, a principios de abril llegarán los Campeonatos de Europa de Montpellier (Francia), en un año en el que también habrá Mundiales, que se disputan en Rusia a finales de agosto.  "Esos son mis otros dos retos del año, poder debutar en esas competiciones con España. Si me llevan es que apuestan por mí", concluye.