«En judo sólo vale el día a día»

Fue campeón de Europa y del Mundo júnior en 1999, pero las lesiones lastraron una carrera que parecía meteórica, y que vuelve a repuntar ahora gracias al título de campeón de Europa (–90 kg), logrado el domingo en Rotterdam.
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¿Ha visto fotos de la final?
 
Sí, y son espectaculares. La verdad es que el italiano Meloni y yo protagonizamos una pelea final formidable.
 
¿El título lo cura todo?
 
Llevaba años cosechando buenos resultados en competiciones menores, y no sé por qué fallaba en las grandes. Sabía que debía esperar mi oportunidad y llegó en Holanda y en un europeo.
 
¿Y sus lesiones?
 
Mis rodillas han sufrido lo indecible. He pasado por el quirófano cuatro veces por culpa del ansia por competir, por no saber parar, pero todo quedó atrás hace dos años.
 
¿Qué habría logrado?
 
Las lesiones frenaron mi progresión, sí, pero dispongo de tiempo suficiente para recuperar mi mejor nivel. El judo es mi vida y no me podía permitir el lujo de desanimarme.
 
¿Cómo le fue en Atenas?
 
Cometí errores garrafales que me pasaron factura.
 
¿No son pocas dos medallas en unos europeos?
 
Comparadas con la última edición, en la que nos trajimos seis, sí, pero a Rotterdam España llevó una selección muy joven, con poca experiencia , y eso nos pasó factura.
 
Y después del europeo, ¿qué?
 
Juegos del Mediterráneo y luego mundiales en Egipto.
 
¿Partirá como favorito?
 
En judo sólo vale día a día. Sólo puedo prometer que iré en la mejor forma. O sea, no habrá vacaciones de verano.
 
¿Cómo va su historia de amor con Sandra?
 
Nos hemos apoyado mutuamente. Cuando estaba desesperado con las lesiones, ella actuaba de bálsamo, y, como ella también lo pasó mal tras dejar Francia y a su selección para vivir juntos, yo la servía de consuelo. Tras tres años difíciles, todo ha salido bien.
 
BIO
 
Nació en Madrid hace 28 años. Suma títulos nacionales desde júnior a absoluto. En 1996 hizo doblete como júnior al ganar el Campeonato de Europa y del Mundo. Es campeón europeo desde el domingo.
 
«Cuando estaba desesperado por las lesiones, Sandra era mi bálsamo. Cuando ella lo pasó mal al dejar Francia, yo fui su consuelo»
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