La sala de prensa en la que ayer compareció el Movistar era un canto a la modernidad: dos ambientes en dos baldosas. Mirabas a un lado y Nairo Quintana sonreía feliz, ilusionado con poder luchar, por fin, por lo más alto del Tour. Eso sí, Nairo es Nairo y no iba él a colocarse en primera línea de batalla, ahora que ya se atisban los Pirineos. La responsabilidad para el Ineos de Thomas y Bernal y el bueno de Quintana, a esperar.

Y a su lado Mikel Landa. El funeral.

Menos de 24 horas después de que un empujón de Barguil mandara al suelo el cuerpo y los sueños de Landa en el Tour, la moral del vitoriano seguía allí, derrumbada. «En el momento pensé que por qué me ocurrió otra desgracia a mí, aunque no hay que darle más vueltas. Necesito mi luto, mis dos días malos, dejadme en paz y espero que cambie la suerte. No he hablado con Barguil, no he encendido el móvil desde ayer. Venía muy bien, además estaba en cabeza. Y es una caída más, se te junta todo. Está reciente, ojalá que en dos días se me haya pasado y me dejen más margen, pero es complicado».

Landa continuó su discurso inconsolable: «Me he levantado bastante bien. Tengo un golpe en el brazo, pero de ánimo ando bastante peor. Toca remontar, como otras veces. No sé todavía cómo afrontar este Tour. Procuraré engancharme de nuevo, aunque no encuentro algo que me enganche ahora mismo. De forma me encuentro muy bien, pero estoy con pena. De Roglic me quedé a 5 minutos para la última semana en el Giro, y me sacó del cajón por ocho segundos. Quizá aún exista esperanza». Fin del mensaje, cabeza gacha y ojos apuntando al vacío.

Y llegaba el turno de su compañero Nairo Quintana, otro mundo: «Es el año en el que pierdo menos tiempo con los rivales directos, así que creo que tendremos una bonita oportunidad. En el Ineos están muy fuertes con Thomas y Bernal, la carrera dependerá de ellos y de cómo la bloqueen. Pero andamos en condiciones y trataremos de jugar de la mejor manera y afrontar la crono muy bien. Me siento bien, con buenas ganas. El cuerpo se encuentra bien. En la contrarreloj van a llegar pérdidas, aunque espero que no sean demasiadas. Nos restan 11 días hasta París. Habrá montaña que seguramente aprovecharemos junto a Alejandro y a Mikel».

En el autobús del Ineos no hace falta consuelo alguno, allí todo es felicidad. Empezaron el Tour con dos grandes aspirantes a la victoria, Geraint Thomas y Egan Bernal, y continúan en el Tour con dos grandísimos aspirantes a la victoria, segundo y tercero en la general. No obstante, la prudencia también manda: «Sentimos que estamos en una posición buena gracias a toda una serie de detalles que nos han ayudado a llegar a este punto en el primer día de descanso. Hemos hecho un gran comienzo, pero somos conscientes de que quedan muchas etapas», señaló Thomas, en ruta a su segundo Tour consecutivo. «Tenemos mucha experiencia ganadora en este equipo, los compañeros saben lo que se necesita para ganar el Tour. Y eso puede marcar la diferencia. Tenemos un único objetivo».

La responsabilidad de Thomas es aprendizaje para Bernal, la joya a punto de pulir. A sus 22 años, no hay experto/gurú de este mundillo que no le sitúe en el podio de los próximos... seis o siete Tours y él exuda impaciencia: «Lo más importante es ganar el Tour. La camiseta blanca es bonita, pero más lo es la amarilla. Vamos a pelear todos por eso, es nuestro objetivo número uno».

De regreso al accidente de Landa, hubo opiniones desde dentro y fuera de la carrera. Una de las más radicales y curiosas llegó de boca de un campeón de la ronda gala, Óscar Pereiro: «La norma que existía y existe es que se contempla como un incidente de carrera y no pasa realmente nada. No sé si incluso habiendo voluntariedad por parte del corredor que te tira, creo que hay sanción para el infractor, pero para ti, no te incorporan al primer pelotón. Es algo que deberíamos cambiar(...) Habría que poner el VAR y tendríamos debate».

Y del tema del día también habló Indurain, en Radio Marca: «Son cosas que ocurren pero cuando siempre le pasa a uno creo que es el propio corredor el que se lo tiene que mirar y ver si no estás bien colocado». Ahí lo dejó.