La desaparición del defensa del Espanyol Daniel Jarque González, fallecido repentinamente en la concentración de su equipo en Italia, es un mazazo tremendo a todos los estamentos del club, desde la afición a la primera plantilla, ya que el catalán era un auténtico símbolo del equipo 'perico'.

Nació el primer día del año de 1983 y a la tierna edad de ocho años entró en el CF Cooperativa de Sant Boi de Llobregat. Allí estuvo cuatro años, y, con doce, accedió a las categorías inferiores del Espanyol.

En ese instante, selló su compromiso con el club barcelonés, y a diferencia de muchos futbolistas que no arraigan en ninguna entidad y deambulan por varias ciudades o incluso países, Jarque mantendría su amor por los colores blanquiazules hasta el último día de su corta vida.

El 20 de octubre de 2002 llegó uno de sus días más felices: su debut con el primer equipo. Miguel Ángel Lotina, en 2004, refrendó la confianza del club y, tras alternar durante 24 meses partidos con el primer equipo y el filial, le subió definitivamente haciéndole ficha.

Una temporada después, y tras ser campeón de Europa sub'19, contribuyó a lograr su gran hazaña deportiva a nivel colectivo: la conquista de la Copa del Rey ante el Zaragoza en el Bernabéu. Una campaña más tarde, en la 2006/2007, probó el otro lado del fútbol, el amargo,  con la derrota frente al Sevilla en la final de la UEFA.

Por desgracia, la afición españolista ha vivido algo similar, y de la euforia tras la inauguración del estadio de Cornellá y la brillante victoria ante el Liverpool, ha pasado en pocos días al dolor por la inesperada tragedia de Jarque, capitán y uno de sus estandartes más fieles y entregados.