Serge Ibaka no era capaz de situar España en el mapa hasta hace poco. Desde su Brazzaville natal, en la República del Congo, pasó la infancia soñando con ser jugador de baloncesto –como sus padres– mientras su país estaba inmerso en una terrible guerra civil.

Aquel atlético joven se convirtió en poco tiempo en el mejor pívot del continente africano y con 16 años emigró a España para jugar en el equipo junior del L’Hospitalet.

Su proyección posterior fue espectacular: jugó en la LEB Oro con el L’Hospitalet, en la ACB con el Manresa y dio la campaña pasada el salto a la NBA en las filas de los Oklahoma City Thunder.

Ahora, Ibaka, de 21 años, es uno de los pívot más poderosos (208 cm y 107 kilos) de la NBA y desea con jugar con la selección española, ya que tiene su residencia fijada en Barcelona.

Desde el año pasado, la Federación Española de Baloncesto (FEB) está intentando su nacionalización por carta de naturaleza, un proceso por el que el Gobierno otorga la nacionalidad mediante Real Decreto por circunstancias excepcionales. Un trámite que finalizó con éxito en los casos de Mirotic (Real Madrid) o Sancho Lyttle (Perfumerías Avenida).

La FEB pretende que Ibaka sea español para disputar desde el 31 de agosto el Europeo de Lituania, donde sería un buen recambio para Pau Gasol si éste no acudiese.

Mientras espera, el pívot sigue haciendo méritos para convencer al seleccionador, Sergio Scariolo. En su último partido, Ibaka contribuyó al triunfo (75-95) de Oklahoma sobre Cleveland con 8 puntos, 14 rebotes y 7 tapones.

Pau Gasol ya ha coincido en la cancha con Serge Ibaka en varias ocasiones. Para el pívot de los Lakers, Ibaka es "un jugador con mucho talento" que "podría contribuir de forma positiva" a la selección.

Ibaka promedió 6,3 puntos, 4,2 rebotes y 1,3 tapones en su primera temporada NBA. Esta campaña ha mejorado sus cifras.