Escasez de ocasiones
La oportunidad más clara para los blanquiazules llegó cuando el árbitro tenía el silbato en la boca para señalar el camino de los vestuarios. Víctor disparó mal desde la frontal una falta que reenganchó Munitis, rechazó Kameni y entre Capdevila y Arizmendi no supieron marcar.
Mejoró el Depor tras el descanso con la entrada de Diego Tristán, un futbolista indolente pero con ese toque de creatividad que puede decidir un partido. Precisamente, el sevillano dejó solo a Xisco ante Kameni, pero el mallorquín falló.
Los coruñeses plantearon un choque de encefalograma plano –hasta su público les pitó a ráfagas– ante un Espanyol que se dejó dominar sin rubor y que dejó al Depor sin su tercera final de Copa.
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