La Manjoya es el lugar donde todo empezó. Allí comenzó a formarse Fernando Alonso; pero de sus inicios apenas quedan restos. Los últimos los custodia Roberto Villar, propietario de Casa Paulino, un bar en Llamaoscura (La Manjoya), a tres kilómetros de Oviedo. Son dos trozos de hormigón de la primera pista en la que corrió el piloto.
Roberto vio a Fernando competir antes de los cuatro años y «se lo dije a su padre: ‘Esti guaje va ser campeón del mundo’, y él me decía: ‘Estás chiflao’», recuerda.
El padre del piloto trabajaba en la fábrica de explosivos de La Manjoya, donde había unas modestas instalaciones deportivas. De la afición de José Luis Alonso nació la idea de rodearlas con una pequeña cinta de hormigón para que los niños corriesen en kart. La construyó con sus manos, las mismas que fabricaron el primer kart de Fernando, y las de los compañeros de trabajo.
En esa pista, Fernando ganó sus primeras carreras. Roberto recuerda que el ambiente se enrareció: «Había piques entre los padres y envidias porque siempre ganaba él». El joven piloto era muy competitivo. «Me ganó 750 pesetas porque le aposté a que no ganaba una carrera en Corvera contra unos chicos mayores que él», dice Roberto.
Hace un año, la pista de La Manjoya desapareció para dejar sitio a 3.200 nuevas viviendas. «Tampoco hicieron nada por defenderla», reprocha Roberto a los Alonso, padre e hijo. «Si hubieran pedido que se conservase, no se habría tocado». Sólo quedan dos trozos de hormigón.
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