Max Verstappen ha ganado el caótico GP de Alemania, que estuvo marcado desde la salida por la lluvia. El neerlandés se impuso a un Sebastian Vettel que salió último tras la pésima clasificación que tuvieron el sábado y de un Daniil Kvyat que celebró su paternidad dándole el segundo podio de su vida a Toro Rosso.

La lluvia se llevó por delante a los grandes favoritos de la carrera: Mercedes. Lewis Hamilton acabó 11º una prueba que llegó a liderar con comodidad, mientras que Valtteri Bottas ni siquiera acabó por un accidente.

En la carrera en la que festejaban los 125 años de vida de las Flechas Plateadas (en este fin de semana, blancas), sumaron sólo dos puntos y gracias a una ilegalidad técnica en los Alfa Romeo que les hicieron ser sancionados. Hamilton, que había sido 11° en primera instancia, fue confirmado 9° horas después. En esta sanción, también salió beneficiado Robert Kubica, que logró su primer punto del año para Williams.

Carlos Sainz se vio con opciones de podio por momentos, pero finalmente se tuvo que conformar con un gran quinto puesto, incluso pese a tener una salida de pista que casi le cuesta el abandono. Fue una carera caótica desde el primer instante.

Todo comenzó en la salida, que se produjo por primera vez este año en lluvia. El agua marcó el devenir de una prueba que arrancó con tres vueltas tras el coche de seguridad.

Con 64 vueltas por delante, el primero de los siete pilotos abandonados en esta carrera fue Sergio Pérez. El mexicano cayó bajo las condiciones tan complicadas de pista, propiciando el juego de neumáticos en boxes.

La pista se secó e hizo que muchos se la jugasen a montar ruedas de seco. La probabilidad de acertar en este cambio y hacerlo al lanzar una moneda al aire era prácticamente la misma.

Kevin Magnussen fue el primero en poner las Pirelli blandas, para que luego le siguieran los demás... excepto un Verstappen al que incomprensiblemente le pusieron neumáticos medios. La consecuencia, un trompo perfecto de 360º. Pero incluso con neumáticos intermedios, como los que había puesto Sainz, mantenerse en pista era muy complicado. Máxime si se llegaba a la temida curva 17.

El circuito de Hockenheim cuenta con muchos eventos a lo largo del año. Algunos necesitan una zona especial para hacer arrancadas, que está entre la curva 16 y la 17. Una zona engomada que no drena nada el agua y que lo convierte, bajo lluvia, en una pista de patinaje.

Ahí cayeron casi todos los abandonados. Excepto Ricciardo, por rotura, el resto se dejaron sus opciones de carrera en ese punto. El primero de los 'top' en darse fue Leclerc, que se quedó empanzado en la grava para desesperación propia y de su equipo.

También rozó el abandono ahí Hamilton, que protagonizó un caótico cambio de neumáticos por entrar cuando no estaba previsto y que le costó cinco segundos de castigo por saltarse el bolardo.

Incluso al final de la carrera cedió un hipotético podio Nico Hülkenberg, que llegó a ponerse en condiciones de pelear por subirse por primera vez en su carrera al cajón.

El último en caer en esa zona fue Bottas, que se dejó sus opciones ya no de victoria o de podio sino al menos de puntos contra el muro. Toto Wolff, su jefe, no se podía creer: por primera vez desde hace más de un año iba a quedarse sin puntuar.

Estos incidentes dejaron para el final de la prueba, cuando la pista ya se estaba secando, a dos invitados a posiciones de podio que nadie auguraba: Daniil Kvyat y Lance Stroll. Al canadiense se lo ventiló rápido el de Toro Rosso, primero, y Sebastian Vettel, después.

Mientras Verstappen se encaminaba hacia su séptima victoria en Fórmula 1, quién sabe qué hubiera pasado si Sainz no hubiera cometido ese trompo. El quinto puesto final del madrileño le sabe a poco, porque este domingo lo tuvo a huevo.

La próxima carrera, el GP de Hungría, le dará una nueva oportunidad.