Garralda y Hombrados, veteranos del balonmano, se resisten a perder la ilusión del primer día

  • Con 42 y 40 años respectivamente, siguen en el máximo nivel de la Liga Asobal. 
  • Coincidieron en Cantabria, Atlético y Portland San Antonio; disfrutaron en la selección con el Mundial de Túnez y dos bronces en los JJ OO (Atlanta y Sydney).
  • Hombrados cuenta con cinco Copas de Europa (tres con Ciudad Real y una con Cantabria y Portland) por las seis del lateral navarro, cuatro de ellas con el Barça.
Mateo Garralda, en un partido del Guadalajara ante el Atlético.
Mateo Garralda, en un partido del Guadalajara ante el Atlético.
Quabit Guadalajara
Mateo Garralda, en un partido del Guadalajara ante el Atlético.

"Cuando ganamos la copa de campeones del Mundo en Túnez llegamos al hotel, con un subidón de adrenalina, pero se había juntado allí tanta gente que nos dejaron sin comida. Me acuerdo siempre de ese momento porque pasé mucha hambre". Es lo primero que recuerda sonriente Mateo Garralda cuando echa la vista atrás, al mayor éxito de su carrera.

Esos momentos los compartió con José Javier Hombrados, actual portero del Atlético de Madrid. "Me vienen muchas imágenes como la vuelta que dimos por las instalaciones del hotel con la moto de un policía, o cuando necesitábamos que Croacia ganara a Serbia y nos pusimos a hablar con los croatas antes del partido. Fue un Mundial muy rodado".

Los dos veteranos de la Liga son conscientes de que no les queda mucha carrera por delante, pero disfrutan del día a día como si fuera el primero. "Cuando nos juntamos comenzamos a contar batallitas, señal de que ya nos queda poco. Hemos estado en tres equipos diferentes, nos conocemos muy bien y es bonito ver a esa gente jugando. Mateo es más mayor, y además es jugador de campo, pero a lo mejor dentro de dos años él sigue jugando y yo ya me he retirado", afirma 'Jota'.

El portero colchonero tenía ocho años cuando dejó el baloncesto para introducirse en este deporte, "pero nunca con intención de llegar a la élite". Han pasado más de dos décadas y ambas estrellas miran atrás con cierta nostalgia. "Yo no sabía qué era el balonmano", menciona Mateo. "Tenía seis años y me planté delante de un tablón de anuncios del colegio con unos amigos. '¿Qué es eso del balonmano?', nos preguntábamos...y nos apuntamos sin saber. Éramos los 'rocadura' o algo así".

Sus caminos se encontraron hasta en tres ocasiones. Madrid, Santander y Pamplona fueron las ciudades que vieron a ambos triunfar y tocar la cima de sus carreras. En aquella etapa, conicidieron en la pista con jugadores de la talla de Barrufet, Enric Masip, Talant Dujshebaev o Iñaki Urdangarin, bandera del balonmano y ahora en la palestra por sus negocios fuera de éste.

"Él sabe qué le ha llevado a esta situación, los demás solo podemos hacer especulaciones. Fuera de la pista era un tipo muy sociable, muy cercano, y muy agradable con la gente. Pero muchas veces la relación que mantenemos los jugadores no es que sean superficiales, pero no llegamos a apreciar la verdadera mentalidad del compañero", afirma el lateral navarro. "No me acabo de creeer lo que se está diciendo de él, nunca pensaría en esa capacidad", añade Hombrados. "Su vida cambió radicalmente cuando dejó de jugar y no he vuelto a tener relación con él, pero era admirable que estuviera en una institución como la Casa Real y llevara el nombre del balonmano fuera por donde fuera, era un orgullo".

Más de treinta años después, la pasión de ambos por el balonmano les hace vivir cada experiencia con una ilusión especial. "Uno tiene la suerte de encontrar una profesión que te apasiona y, con decepciones y alegrías, te va alimentando para el día siguiente. Volví a la Liga Asobal para seguir ligado con esa pasión y disfrutar del día a día", reconoce el navarro, "para jugar partidos como el de esta semana contra el Atlético de Madrid".

Hombrados vive una segunda juventud. Con cuarenta años recién cumplidos, Joseja ha parado más de un 40% de los lanzamientos en el campeonato para conseguir situarse en el 'top 3' bajo los palos. La ilusión por sacar el proyecto atlético adelante puede con todo, "y con la crisis, con más motivo". Es consciente que su carrera no va a ser mucho más larga, pero espera contribuir a la estabilidad del equipo que le vio nacer como jugador. "Ese objetivo me ha dado un plus", afirma el portero encargado de mostrar la Copa al Vicente Calderón durante el pasado derbi. "Fue espectacular, increíble, impensable, y hablando de balonmano parece aún más increíble", recuerda no resistiéndose a imaginar una final de la Copa de Europa en un estadio. "Sabemos que si la final fuera en partido de ida y vuelta y no 'Final Four',  movilizaríamos a mucha gente. Si estuviera techado- requisito indispensable- meteríamos una final en el Vicente Calderón".

Si en algo coinciden ambos es que sin ellos, el balonmano no se habría resentido. La humildad de los genios de este deporte les hace creer que España habría ganado ese Mundial o se habría colgado varias medallas al cuello sin su presencia. O que los equipos por los que pasaron serían lo mismo sin ellos. "Lo mismo, pero sin un personaje más", afirma Garralda. "Las aportaciones que podemos hacer ciertos jugadores son mera anécdota, otra cosa es pensar qué habría sido el baloncesto sin Michael Jordan".

"La gente se olvida de los deportistas al día siguiente de dejar de jugar. Ha habido nombres muy importantes de los que nos acordamos Mateo y yo, como el caso de Jackson Richardson o Ivano Balic. Pero a los chavales de doce o trece años no les puedes hablar del Portland. Seguramente Mateo y yo seamos referencia para los próximos jugadores, pero llegarán otros".

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