Por qué el fútbol inglés conquista (al fin) Europa

Henderson, del Liverpool, coge el balón tras el gol de Origi al Barça.
Henderson, del Liverpool, coge el balón tras el gol de Origi al Barça.
EFE
Henderson, del Liverpool, coge el balón tras el gol de Origi al Barça.

Por primera vez en la historia, una sola liga copa las finales de las competiciones europeas: Chelsea y Arsenal se disputarán la Europa League el 29 de mayo en Bakú y, sólo tres días después, Liverpool y Tottenham Hotspur pelearán por la Champions League en el Wanda Metropolitano de Madrid. Una demostración de fuerza de la Premier League, conquistada por un quinto equipo, el Manchester City. Ningún otro campeonato nacional cuenta con semejante abanico de competitividad.

Lejos de parecer un éxito puntual, Inglaterra amenaza con arrebatar la supremacía a La Liga, que ha conquistado las últimas cinco ediciones de la Champions League gracias a Real Madrid y FC Barcelona, y seis de las diez ediciones de la Europa League con Atlético de Madrid y Sevilla. En la última década, los ingleses han tenido que conformarse hasta ahora con un título de la Champions (Chelsea) y dos en la Europa League (Chelsea y Manchester United). Un bagaje impropio de una liga puntera que ha inspirado en los últimos años al resto, incluida la española. Los resultados de esta temporada cumplen, al fin, con las expectativas creadas en torno al campeonato que más dinero reparte entre sus clubes y que desde su fundación ha ido incrementando poco a poco su nómina de estrellas, en el campo y en los banquillos.

La Premier League se creó en 1992 sobre las cenizas de un fútbol decadente, expulsado de las competiciones europeas por la tragedia de Heysel (1985) y que había enterrado a 96 aficionados tras la de Hillsborough (1989). La refundación vino acompañada por medidas políticas dirigidas a frenar el ‘hooliganismo’ -de inmediato, los estadios ingleses comenzaron a respirar el buen ambiente que hoy les caracteriza- y vino con un gran contrato de televisión bajo el brazo, firmado con el magnate Rupert Murdoch y su plataforma BSkyB.

Frente al característico aislacionismo británico, la Premier se abrió. Sus partidos se emitían cada vez en más países y muchas estrellas del fútbol comenzaron a plantearse Inglaterra como un destino apetecible para desarrollar sus carreras. Ver un futbolista brasileño en Anfield o Highbury dejó de ser una rareza. Llegaron también entrenadores, como Arsène Wenger (técnico del Arsenal de 1996 a 2018), que contribuyeron a enriquecer un juego hasta entonces encerrado en sí mismo. Los ocho primeros clasificados de la última Premier League tenían entrenadores extranjeros, entre ellos algunos de los más prestigiosos del panorama actual, como Pep Guardiola, Unai Emery, Jürgen Klopp, Mauricio Pochettino… o José Mourinho, despedido en diciembre.

La Premier League es la más abierta de las grandes ligas: en la última década ha tenido cuatro campeones distintos, incluido el sorprendente Leicester City. Mientras, la Juventus suma ocho títulos seguidos en Italia y el Bayern siete en Alemania, el PSG se ha quedado sin rivales en Francia y en España el Barcelona ha ganado 8 de los últimos 11 títulos.

Los ingresos por derechos televisivos marcan la diferencia entre la Premier y el resto, no sólo por la cantidad (unos 2.700 millones de euros) sino por el reparto. Mientras que en España (1.325 millones) sólo los dos grandes ingresan algo más de 150 millones, en Inglaterra seis clubes superan esa cifra. Y un dato más esclarecedor: el Huddersfield Town, último clasificado este año, ingresó 108 millones de euros, sólo 12 menos que el Atlético de Madrid y 33 más que el Sevilla.

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