El toledano, marginado de los rasgos tradicionales que definen a los tenistas españoles y distante del encanto que la arcilla supone para gran parte de los miembros de la Armada, está obsesionado por exprimir sus condiciones en otro tipo de suelos. Y ahí, hacerse grande.
Wimbledon es su sueño. El español en activo con mejores números en césped -doce victorias de quince- ha aprovechado su talento en su cuarta aparición en Londres para incluirse entre los ocho mejores del tercer grand slam del curso.
Y lo hizo de forma concluyente y autoritaria. Tumbando al croata Mario Ancic, un especialista sobre la pista verde, semifinalista en el pasado curso. Un hijo deportivo del que fuera campeón en el All England Club, Goran Ivanisevic.
Feliciano López despachó en tres mangas a su adversario (6-4, 6-4 y 6-2). Prolongó las excelencias del juego que apabulló, dos días antes, al ruso Marat Safin, quinto favorito y ganador vigente del Abierto de Australia.
El toledano, que resguardó a la perfección su sólido saque (lo perdió en una sola ocasión), mantuvo una concentración impecable. Superior a la presión que a veces delataba su rostro en la antesala de un momento histórico.
Un break en el quinto juego encarriló la consecución del primer set para el español, cuyo tope en Wimbledon estaba fijado en los octavos del 2002 y 2003, frenado por Andre Sa y Roger Federer. El pasado curso no llegó a atravesar la tercera ronda, derrotado por Ivo Karlovic.
Un partido fácil con un rival difícil
Ancic, que todavía alardea de haber sido el último tenista en derrotar sobre hierba al suizo número uno del mundo (Wimbledon 2002) facilitó el impulso del español. Apartado de su mejor servicio, sosten de su juego y de sus éxitos -el más reciente hace dos semanas en Hertogenbosch- perdió la concentración y por momentos, los papeles.
Tiró tres veces la raqueta contra el suelo tras ceder su saque en el arranque del segundo parcial. Y el hecho recondujo momentáneamente su situación. Ganó por primera vez y única un juego al resto, aunque perdió su servicio otra vez a continuación.
En cuartos, contra Hewitt o Dent
Feliciano ha roto el maleficio de los españoles en Wimbledon. Al menos en los últimos años. Incapaces de sobrepasar la barrera de octavos -sólo él y Juan Carlos Ferrero llegaron allí últimamente- ha recuperado el recuerdo del 72, cuando Manolo Orantes luchó por las semifinales del torneo. Ahora buscará el más allá ante el ganador del duelo entre el australiano Lleyton Hewitt, tercer favorito, y el estadounidense Taylor Dent (24).
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