Mengual: "No iba a por siete medallas por chulería"

Gemma Mengual (Barcelona, 12 abril 1977), es el rostro de la natación sincronizada. Ella lo ha dado todo por un deporte muy minoritario al que, junto con unas compañeras que rayan a su altura, ha sacado a la palestra mediática.L as seis medallas que acaba de ganar en los Mundiales de Melbourne (Australia) -cuatro de plata en solo técnico, dúo técnico, dúo libre y equipo libre, y dos de bronce en equipo técnico y solo libre-, la convierten en la deportista española más laureada.

Ella ha sabido aprovechar su imagen para promocionar su deporte favorito, su verdadero estilo de vida, en portadas de revistas, en anuncios de las más diversas marcas, en la tele... La sirena que compite en las piscinas de todo el mundo, deslumbra también en tierra firme.

Lleva tres horas atendiendo a los más diversos medios de comunicación. Lo primero que sale de su boca al atender al enésimo periodista que se le presenta es un simpático "buuuf", bajo unos ojos que, a pesar del cansancio, no pueden esconder la alegría de las seis medallas que se ha colgado en Melbourne. A su lado, en la mesa, las famosas medallas, una copa de cava y un plato de embutidos (gentilezas de los patrocinadores...).

Es duro el precio de la fama...

Pero hay que pagarlo. La sincro es un deporte muy minoritario y vale la pena aguantar todo el chaparrón mediático... Lo hago encantada, eh? Es por el bien de este deporte.

Asumo que soy la mediática, pero tanto mis compañeras como yo sabemos que el éxito es de todas

Allí fuera han estado tus compañeras de equipo, pero ya se han ido a casa. ¿Las envidias?

Pues ahora mismo sí, pero en general, no. Ellas también me envidiarán en otros momentos. Supongo que en éstos, no. Además, no paro de hablar de mí misma.... ¡Qué pesada soy!

Porque la ‘mediática' es Gemma Mengual...

Sí, lo asumo. Pero tanto mis compañeras como yo sabemos que el éxito es de todas. Éste es un deporte en el que hay que estar muy compenetradas, sincronizadas en todo.

Y, cuando quede lejos lo de Melbourne, si te he visto no me acuerdo... ¿No le sabe mal que el éxito sea tan efímero a nivel mediático?

Bueno, pero lo entiendo. En la sincronizada se compite muy poco y es lógico que se hable de nosotras sólo cuando competimos. Pero es guay, muy guay.

El sacrificio, los entrenamientos, las palizas os las coméis solitas...

Claro, claro. Ahora nadie se acuerda de todo lo que cuesta. De esas mañanas en que no te puedes ni levantar, estás destrozada y piensas... ¡Dios mío, qué día me espera!

Por muy bien que lo hagamos, todos los equipos dependemos de los jueces

Días de hasta 10 horas de entrenamiento...

En los meses previos a las competiciones, sí. Es muy duro. En temporada, es más suave, solemos entrenar unas seis o siete horas al día.

Igualito que los futbolistas, que se entrenan un par de horas cuatro días por semana. Alguno se queja...

Bueno, es otra vida. Lo duro de los futbolistas es todo lo que los rodea. Lo que hablábamos antes de la atención mediática, para algunos de ellos es casi a diario. Están sujetos a las críticas casi en cada entrenamiento, eso es una presión brutal. Y encima los fines de semana también están atados al fútbol. Allá ellos, supongo que el tema económico lo compensa todo... Lo nuestro es distinto. Los entrenamientos son más duros, pero no tenemos presiones de ningún tipo.

Fuiste a Melbourne a por siete medallas. ¿No suena un poco a chulería?

¡Qué va! Era la verdad. Yo creía que era posible. De hecho, me quedé en seis, y me parece una pasada. Luego me hablaron de Mark Spitz y de sus siete medallas de oro olímpicas, pero lo mío no tenía nada que ver con batir ese ni ningún otro récord.

Faltó la combinada que, además, fue la primera prueba... Para desanimar a cualquiera, ¿no?

Pues sí, la primera en la frente, ¡toma ya! La verdad es que yo me quedé un poco chafada. Mi primer objetivo ya se había ido al garete. Fue duro, pero conseguí pasar el limpiaparabrisas, como si dijéramos, y volver a empezar.

Me queda cuerda para rato, pero ahora me planteo los objetivos año a año

Ha criticado a los jueces, como si quisiesen que Estados Unidos, que se llevó el bronce relegándoos a la cuarta posición, se llevase la medalla. ¿No es una reacción de mal perder?

No, qué va, porque no me refería a que los jueces hubiesen ayudado a las americanas. Ellas tenían una coreografía y un ejercicio muy bueno. En el ambiente se respiraba que eran realmente buenas, pero en la eliminatoria las superamos por medio punto, que es bastante. Y en la final, donde hicimos un ejercicio mejor que en la previa, nos superaron ellas por lo mismo. Quiero decir que por muy bien que lo hagamos, todos los equipos dependemos de los jueces.

¿Qué les dijo Anna Tarrès, la entrenadora?

"Chicas, esto podía pasar. Las medallas hay que nadarlas". Que teníamos que olvidar el chasco y hacerlo lo mejor posible en las siguientes pruebas.

¿Es una entrenadora muy dura?

Sí, pero en el buen sentido. También es muy ambiciosa. Y eso vino a ser lo que nos quiso inculcar después de quedar cuartas en la combo. Llevo toda una vida con ella... No es la típica entrenadora cuadrada, convencional. Ella tiene su punto de genio, pero consigue que los entrenamientos no sean aburridos. Es muy espontánea y así logra transmitirnos lo que quiere.

En Australia, entre tanta medalla, no tendrían tiempo para nada...

Tú lo has dicho. Para nada que no fuera la competición. Entrenábamos, veíamos los vídeos de la competición. Competíamos y nos íbamos al hotel a dormir. Destrozadas, claro. Y desde dos semanas antes del Mundial ya teníamos esa rutina, cambiando las competiciones con... ¡más entrenamiento! Así que el cien por cien del tiempo lo dedicábamos a la natación. Pero valió la pena.

En los Campeonatos de España de 'sincro', entre las categorías júnior y absoluta, habrá poco mas de 50 nadadoras

Tiene 30 años...

¡No, todavía no! (ríe) Tengo 29...

Tiene 29 años. Es la segunda mayor del equipo, de las veteranas. ¿Le queda cuerda para rato?

Sí, vamos yo cuento con que sí, pero la verdad es que ahora me planteo los objetivos año a año. Como los futbolistas, que van partido a partido, pues lo mismo. La próxima meta son los Juegos Olímpicos de Pekín, el año que viene. Espero que nos clasifiquemos y estar allí.

La olímpica es la medalla que le falta a su colección...

Sí, después de quedarnos a las puertas en Atenas con mucha polémica, es la que me falta. Espero poder ir a por ella, pero no será fácil.

¿Teme que la gente no valore la actuación en Pekín si no se consigue medalla en las dos pruebas olímpicas?

No. La gente tiene que saber que estar donde estamos cuesta mucho. Están las rusas, que son casi inalcanzables, a pesar de que nos vamos acercando, las japonesas, las chinas, que al ser sus Juegos están invirtiendo cantidad de recursos, las americanas. Nosotras iremos (después de clasificarnos, ¿eh?) a por todas, y lo único que sabemos es que lo haremos lo mejor posible.

La sincronizada es como el waterpolo: muy pocas licencias y muchísimos éxitos. ¿Por qué?

A ver. Ya quisiera yo que la sincro tuviese el número de licencias federativas que tiene el waterpolo... Somos muy pocas. Estamos hablando de unas 300 licencias en toda España, y ya me parecen muchas. En los Campeonatos de España, entre las categorías júnior y absoluta, habrá poco mas de 50 nadadoras. ¡Si sólo somos seis u ocho solistas! De todas formas, es verdad que tanto en la sincronizada como en el waterpolo está claro que se están haciendo bien las cosas.

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